7 de febrero de 2012

Adolescence Rin x Len OVA 1 parte 1

Síiiiiiiiiiiiiii lo que nadie esperaba :p
Bueno, básicamente el final de la historia había llegado pero era un final para poder decir que la había terminado... Se me habían ocurrido miles de cosas más que, si tengo el tiempo, escribiré. Cosas que no pasan necesariamente seguidas a la historia que ya escribí (como por ejemplo algo que sucede en un futuro más bien lejano o el pasado de cómo se terminaron juntos Miku y Len), así que voy a subir estas historias extras con el nombre de OVA xD
Este específico se llamaría "Lo que pasó después"... Por que es... lo que pasó después u.u
Como siempre me extiendo demasiado, eso hizo que tenga que dividir este OVa a la mitad para que sea de una extensión razonable... perdón....
DISFRUTEN ^^
Ella estaba llorando, sentada en el suelo, cubriéndose el rostro con las manos. Él se acercó apresuradamente, ¿qué le había hecho? Sabía que era su culpa y le dolía en el fondo de su alma no poder hacer nada, no recordar qué había hecho. Se arrodilló a su lado y le corrió unos mechones del pelo, ella se apartó con su contacto.
-Lo siento… -sentía que se partía, no podía, no resistía verla llorar.
-¡Te odio! –esas palabras fueron como un golpe en el estómago- ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Ahora no podremos llevarnos bien nunca más!
Se estaba quedando sin aire, no recordaba nada, no sabía qué había hecho para merecer ese odio que lo estaba matando. Ella seguía sollozando.
-¡Creí que… Creí que ibas a estar siempre a mi lado! ¡Eres algo despreciable!
-… Lo siento…
-¡No lo sientes! –se le secaba la garganta, la angustia era insoportable, intentó acercarse y acariciarla pero ella gimió con su contacto- ¡¿Es que no lo entiendes?! ¡Ya no podremos vernos a los ojos! ¡Todo es tu culpa!
Miró a su hermana llorando sintiendo como sus propias lágrimas fluían ¿qué demonios había hecho? ¿podía ser tan imbécil? Ella abrió la boca para gritarle algo más pero su voz se esfumó y en cambio se escuchó una alarma… Piiip piiiiip piiip.
Len se incorporó en la cama y tomó el celular, apagando el despertador. Se frotó los ojos y miró a su alrededor, todavía atontado por el sueño esperaba encontrarse a Rin llorando en el suelo. Pero ella no estaba gritándole al pie de la cama, no estaba en su habitación. Se recostó contra la pared intentando recordar qué día era, todavía tenía la sensación horrible del sueño. Se estaba por quedar dormido de nuevo cuando los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente, se sentó de golpe y recorrió la cama con la mirada.
Rin no estaba allí, era cierto ¿pero ella no..? Se incorporó, ella había dormido en su habitación… él se había dormido en algún momento mientras ella le acariciaba el cabello… Se lo había dicho, la había besado, hizo lo que más temía en el mundo: declararse a su propia hermana. Pero todo había terminado bien ¿cierto? Ella no se había negado y había sido la persona más feliz del universo ¿por qué tenía entonces esa sensación espantosa en el pecho?
Salió de la habitación, su madre estaba cantando en el baño, abrió la puerta del cuarto de su hermana… vacío. Frunció el entrecejo, bajó al primer piso: también vacío. Puso el agua a hervir y subió las escaleras. Su madre salía del baño envuelta en una toalla.
-Buenos días, Len…
-¿Has visto a Rin? –por alguna razón se sentía alterado. Su madre suspiró.
-Salió temprano… Se llevó tu bicicleta e hizo un ruido infernal… Qué raro que no te haya despertado…
-¿Temprano? –se extraño- ¿A dónde fue?
-No lo sé, dijo que saldría a tomar aire antes de ir al colegio o algo así… Yo estaba muy dormida no recuerdo bien qué estaba haciendo…
Él frunció el entrecejo y se metió en su habitación. Tomó su celular y discó su número. Tu tu tu tu… No atendía, intentó tres veces más pero no obtuvo respuesta. Escribió un mensaje
Dónde estás? Estás bien?
Irse sin avisar no era una actitud típica de su hermana. Tomó su ropa y se metió en el baño, se llevó su celular por si ella respondía. A los quince minutos, cuando terminaba de ducharse, volvió a fijarse en el móvil por si no lo hubiese escuchado, 0 mensajes nuevos. La sensación de opresión era cada vez peor y no podía evitar acordarse del sueño ¿y si Rin se hubiese arrepentido? ¿Si ella en realidad no lo quería de esa forma también? Volvió a marcar su número.


La melodía de su celular volvía a sonar, una foto de ellos dos sonriendo identificaba la llamada. Suspiró, metió nuevamente el teléfono en el bolsillo del abrigo y se acomodó la bufanda. Apoyó la espalda en el banco y miró el cielo, estaba nublado y había mucho viento.
Necesitaba hablar con alguien, pero era consciente de que no podía hacerlo… No debía contárselo a nadie ¿cierto? ¿Qué pasaría si alguien se enterara de lo que había sucedido? Él lo había dicho “Ya lo pensé de mil maneras, Rin, yo no puedo estar con ella, no insistas sobre el tema…”. Lo que había sucedido era causa de un momento de debilidad de ambos ¿cierto? Un nuevo mensaje llegó a su celular.
Rin, qué sucede? Por qué no contestas?
Suspiró y buscó entre sus contactos presionando el botón llamar. Pasaron tres segundos antes de que una voz dormida la atendiera.
-¿Rin? ¿Qué demonios quieres a esta hora?
-No es demasiado temprano, ya deberías estar cambiándote para ir al colegio…
-Nunca es demasiado tarde para dormir cinco minutos más… Tienes razón debería levantarme… -se escuchaba movimiento del otro lado del móvil-. Aunque debo suponer que no me llamaste con la intención de asegurarte que estuviese despierta…
-No –no sabía que decir, no sabía por qué había llamado exactamente.
-¿Tienes algún problema que no pueda resolver cuando lleguemos al colegio?
-Miku, no puedo hablar contigo de esto en el colegio…
-¿Cuál es el problema? –escuchó un bostezo.
-En el colegio está Len… No quiero que se entere de esto…
-¿Len? ¿Qué es tan grave que tienes que ocultarlo de él?
-No lo sé… Es sobre un chico…. No…
-¿Un chico? –la voz de Miku estaba cambiando de tono
-Sí… Desde que terminé con Kaito me di cuenta de la intención de ciertas personas pero no pensé que alguien se declararía tan rápido… Es como…
-¿Declarar? ¿Dónde estás? Supongo que no en tu casa ¿cierto? –la voz de Miku sonaba ansiosa.
-En el parque que está a dos cuadras del colegio, en el banco detrás de la estatua del centro…
-En quince estoy allí –cortó la llamada.
Rin suspiró ¿qué clase de reacción era esa? ¿podría hablar con ella sin que se diera cuenta de sobre quién hablaba? ¿de qué iba a hablar exactamente? Cerró los ojos recostada en el banco. No debía haberla llamado y Len seguía tratando de comunicarse con ella…


-Len, cariño… -Meiko lo palmeó en la espalda, él estaba en la cocina con una taza de café en las manos observando fijamente su teléfono- Rin irá al colegio, no hay de qué preocuparse…
-No entiendes… -su voz sonaba preocupada.
-Realmente no… Esa no es una actitud muy típica de tí ¿cuál es el problema de que tu hermana madrugue? Ella no tiene problemas para levantarse temprano como tú…
-Rin… Ella no… Odia el frío no saldría tan temprano si no tuviese una buena razón… Además… -no terminó la frase volviendo a llamar.
-Seguro que está bien –volvió a palmearlo-, no seas tan sobreprotector ¿te llevo en auto o vas a ir caminando?
-Caminaré –miró su celular sin respuesta alguna-, quizás me la encuentre en el camino…
-Nos vemos en clase entonces –su madre se dirigió a la puerta y se colocó su abrigo- ¡Deja ya de llamarla! –negó con reprobación y salió de la casa.


Exactamente quince minutos había tardado en aparecer Miku, con cara de dormida y una taza y un paquete marrón en las manos.
Rin se enderezó en el banco y saludó con la mano. Su amiga le sonrió y se sentó a su lado estremeciéndose.
-Hace mucho frío hoy –le tendió la bolsa de papel madera y ella descubrió un par de facturas calientes, Miku se encogió de hombros-, no tuve tiempo de desayunar…
-¿Cómo llegaste tan rápido? –tomó una de las facturas y se la llevó a la boca.
-Auto… -tomó un sorbo de su taza- Ahora dime… ¿Qué es tan urgente? Quién y cómo…
-No puedo decírtelo… Es complicado –su amiga bufó tras el humo de su taza-. Pero digamos que era algo que no me esperaba y no sé qué hacer…
-¿A qué te refieres?
-A que… -masticó pensando- Bueno, es demasiado rápido ¿no crees? ¿está bien que salga con alguien tan pronto?
-¿”Tan pronto”? –levantó una ceja, parecía algo ofendida por alguna razón.
-Tan pronto… de haber acabado con Kaito…
-Ese no es el punto, no importa si la otra persona realmente te gusta ¿cierto? ¿Estás realmente enamorada de él? –Rin se sonrojó y se llevó otro pedazo de factura a la boca.
-Un poco…
-¿Sólo un poco? –ella la miraba incrédula- ¡Vamos, Rin! ¿Por cuánto tiempo voy a tener que fingir?
-¿Fingir? –ella se espantó- ¿De qué estás hablando? –su amiga negó con reprobación.
-No puedo creer que sigas tratando de ocultármelo cuando es tan obvio –rió.
-No sé de qué hablas… -desvió la vista hacia el suelo cubierto de escarcha.
-¿Quieres que lo diga? –ella no respondió y su celular comenzó a sonar, Miku rió- Rin, ese es el tono que le asignaste a Len ¿verdad? –su amiga no respondió y tampoco atendió el teléfono hasta que dejó de sonar- ¿por qué no le atendiste? –le sonrió de forma traviesa- ¡Rin, eres tan obvia! –ella la codeó.
-No sé de qué me hablas, Miku, vamos a llegar tarde al colegio si no… -quiso incorporarse pero su amiga la retuvo.
-Todavía es temprano, Rin, lo sabes… -suspiró- ¿por qué no quieres decirme que estamos hablando de Len? –Rin se levantó de un salto.
-¿Len? –su tono era de histeria- ¿De dónde sacas esas ideas tan tontas? ¿Len? ¡Por favor! ¡Es mi hermano, Miku! ¿lo olvidaste? –ella la miraba con el rostro sereno, con una ceja elevada.
-¿Vas a seguir diciendo esas cosas por mucho tiempo?
-No… -suspiró dejándose caer en el banco- ¡No es justo! ¡¿Cómo demonios te diste cuenta?! ¡No dije nada que pudiera delatarlo!
-Rin… Conozco a ambos demasiado… Creo que para mí era obvio desde que hablamos por teléfono… Sabía que Len estaba loco por tí desde hace mucho…
-¿Qué? –Rin la miró incrédula.
-Antes de que termináramos incluso, era un poco sencillo intuirlo…
-¿De qué hablas? –estaba llena de curiosidad, eso era completamente nuevo ¿tanto tiempo su hermano le había ocultado a ella sus sentimientos?
-Sí… -rió recordando- Sabes por qué decidimos terminar ¿cierto? –ella negó con la cabeza y Miku suspiró- Las cosas se fueron desgastando… Cada vez nos veíamos menos, cada vez parecíamos menos una pareja, hasta que decidimos terminar con ese título… Cada uno tenía sus propios problemas y nos descargábamos el uno en el otro, hiriéndonos sin sentido…. Yo tenía demasiadas cosas en las que pensar con todo lo de mi carrera, demasiado stress, él actuaba de forma extraña todo el tiempo, estaba enojado con algo… En esa época tú comenzaste a salir con Kaito…
-¿Hablas en serio? –se le iluminó el rostro.
-Sí –rió-. Te contaré una anécdota que prometí no decirle a nadie –la miró de forma cómplice-, un día estábamos caminando en el parque tomando un helado, yo le había gritado por alguna razón sin sentido, yo estaba muy estresada, él se ofendió por lo que le dije y se puso a caminar delante de mí, ignorándome. Me sentí muy mal por gritarle y comencé a pedirle disculpas pero él no me escuchaba. Me cansé de tratar de disculparme y traté caminar más deprisa que él pero me tropecé con mis cordones desatados –rió-. Caí sobre él y lo llené de helado, Len me pidió disculpas, se echó la culpa a él mismo como siempre, nos sentamos en un banco y me quiso atar los cordones –la risa no la dejaba hablar-, se los quedó mirando muy enojado y luego se puso a gritar “Claro, claro, la culpa la tienen los cordones, son AZULES ¿Ahora todo va a ser azul? ¿eh? ¿por qué todo tiene que ser azul? Claro, a todos les gusta el azul, a Miku a Rin ¿qué tiene el azul que yo no tenga?” –Rin estalló en carcajadas- ¿Ves? En ese momento no sé si Len tenía las cosas claras en su mente, pero era bastante obvio… No sé cómo no te diste cuenta antes…
-No, él lo ocultó muy bien –Miku rió-. A mí me lo ocultó muy bien –dijo un poco ofendida.
-Pero ahora dime tú ¡Te lo suplico! Quiero saber qué sucedió, cómo fue –dijo ansiosa- ¡No puedo creer que te lo haya dicho después de todo!
-No sé si deba decírtelo…
-Yo no debía contarte lo de los cordones… -Rin lo sopesó en su mente unos momentos mientras Miku le suplicaba con la mirada.
-Está bien… -le resumió la historia del anterior fin de semana para que pudiera entender todo. Miku casi gritaba cuando acabó- Y ahora no sé qué hacer…
-Ir yendo al colegio es lo primero pero… ¡No lo puedo creer! ¡Lo que es increíble es que tú también..!
-¿Eso sí te sorprende? –inquirió extrañada, ella no se había dado cuenta hasta que Len la había besado por primera vez qué sentía en realidad pero si lo pensaba era probable que viniera sintiéndolo de mucho antes.
-Veamos… Len es más obvio que tú… ¿Pero no es tierno? –sonreía de oreja a oreja poniéndose la mochila- ¿Cuál es el problema entonces?
-¡Que no sé qué hacer! –le repitió un poco molesta- ¿Qué se supone que viene ahora? –su celular volvía a sonar pero lo ignoró- ¡No es una situación normal!
-Puede ser… -lo pensó un instante- ¿Él realmente te gusta? –Rin se sonrojó en respuesta- ¡Entonces no hay ningún problema –sonrió.
-¿Qué sucede si los demás se dan cuenta? ¿Qué sucede si realmente somos tan obvios?
-Lo que piensen los demás no te importa realmente… -afirmó encogiéndose de hombros.
-Pero… Tengo miedo, Miku –su tono era triste-. Miedo de arruinarlo todo ¿si no funciona? ¿si estamos equivocados? ¿Cómo voy a mirarlo a los ojos otra vez? No quiero perder mi relación con Len… Él es lo único que quiero… Si en realidad no es esto lo que…
-No deberías preocuparte por eso ahora… Si te pones a pensar en el final de algo antes de que empiece… Además ¿no dijiste que no podías contenerte y que lo único en lo que podías pensar era en que te abrace y en poder estar juntos? Es eso lo que quieres, somos muy jóvenes para saber qué está bien y qué no… Sólo si lo experimentas podrás darte cuenta ¿No crees? ¿O piensas que por el miedo es necesario acabar con todo lo que pasó? ¿Soportarías la idea de olvidar lo que sucedió anoche?
Rin lo pensó un rato mientras caminaban lentamente hacia el colegio llevando la bicicleta.
-No podría… Sería imposible olvidarme, pero ambos podríamos fingir que nada pasó, así no podría olvidarlo pero la relación sería la de siempre ¿Verdad? –Miku negó con la cabeza.
-No sería el curso natural de las cosas ¿crees que Len sí podría olvidarse de todo? Yo creo que debes seguir adelante con esto… Si las cosas no van bien algo pasará para arreglar la situación ¡Ustedes son las personas más unidas que conozco! Si esto no funciona no me puedo imaginar una dimensión donde ustedes dejaran de quererse de todas formas…
-Pero…
-¿Pero qué? –la miró a los ojos- ¿No es esto lo que quieres? Si ni siquiera juegas el partido no puedes tener la oportunidad de ganarlo …
La mirada de Rin era algo turbia… Ella no quería perder a su hermano, ella quería estar con él, era un sueño hecho realidad pero… ¿Si Len se arrepentía? ¿Si Len lo había pensado mejor y no quería nada con ella?
-Ya, Rin… No hay nada más que te pueda decir ¡Habla hoy con él! ¡Evitándolo no logras absolutamente nada! –ella tomó aire y se enderezó, Miku tenía razón. Doblaron a la esquina del colegio.


Había llegado temprano, lo sabía, Rin no estaba en el parque… ¿Dónde se había metido? ¿Por qué no atendía el teléfono? Se apoyó en uno de los muros de la entrada del colegio y se tomó la cabeza entre las manos con ganas de llorar. Estaba seguro que había sido por lo sucedido la noche anterior, no podía ser otra cosa ¿pero qué? Que se lo dijera de una vez, que le dijera que no lo amaba de esa forma, que le dijera que era un idiota por pensar en algo así, que era despreciable, que le dijera todo, que acabara con esa maldita esperanza que lo mataba por dentro. Que la parte de él que todavía mantenía la ilusión de que podrían estar juntos de nuevo, como aquella noche, abrazados, sin que nada más en el mundo importara, sin secretos de por medio, con las manos entrelazadas, muriera, se apagara y ya podría estar tranquilo de nuevo… Pero ese estado de incertidumbre era peor que la desgracia de saber con certeza que no tenía oportunidad. Se dejó deslizar hasta llegar al suelo.
Lo de la noche anterior no tendría que haber sucedido, se maldijo, no, era todo un error ¿cómo pudo pensar que su hermana lo querría de esa manera? ¿Había podido ser tan insensato? ¿Tanto tiempo de autocontrol para nada? Estoy tan arrepentido, que me quiero morir, obtuve tanto placer como arrepentimiento. Me voy a volver loco, por favor párame, hazme regresar y mátame de inmediato. Ese bendito verso resonaba nuevamente en su cabeza… ¿Para qué lo había escrito? Si Rin no aparecía por allí no iría al colegio… No podía…
El sonido de las ruedas de una bicicleta cerca, levantó la cabeza resignado pero allí estaba su hermana riendo con Miku, se levantó rápidamente con un nuevo sentimiento en el pecho pero se detuvo. Ella todavía no lo había visto ¿Rin no había estado huyendo de él toda la mañana? Seguro que no esperaba encontrárselo tan temprano, suspiró y se acomodó el bolso. Dio la vuelta y comenzó a correr en la dirección contraria, llegó al parque que estaba a dos cuadras del colegio realmente agitado… Nunca había corrido tan rápido en su vida. Se apoyó en un árbol retomando el aliento, era lo correcto, si Rin no quería saber nada con él… No iba a ponerle las cosas difíciles.
Apretó los dientes con furia, incluso sabiendo que ella lo ignoraba ¿seguía manteniendo las esperanzas? Era muy doloroso. Comenzó a llover, unas pequeñas gotas seguidas de una gran tormenta. Len no se movió aunque se estaba empapando. Cerró los ojos con fuerza, no quería llorar aunque el agua corriera por su rostro disimulándolo. No sabía qué pensar, cómo pensar…
-¡¿Por qué demonios saliste corriendo como un desquiciado?! –Rin le gritaba agitada. Él abrió los ojos incrédulo.
-Rin… -¿estaba delirando?- Yo creí que…
-¡¿Que qué?! –ella también estaba empapada y temblaba del frío- ¡¿Por qué estás aquí?! ¡Vas a enfermarte! –estaba furiosa. Len no sabía qué responderle pero se quitó la campera y la colocó sobre los hombros de su hermana- ¡¿No me oyes?! –lo rechazó- ¡Vas a enfermarte! ¡¿Por qué no me respondes?!
-Rin… -la miró sin entender nada ¿no lo estaba ignorando?- Vas a ser tú la que se enferme, ponte mi campera… -ella negó con la cabeza pero Len se la colocó sobre los hombros por segunda vez y ella no se negó. En la vereda de enfrente había un toldo de un negocio, Len caminó hacia él seguido por su hermana, no sabía qué decir…
-¿Por qué saliste corriendo al vernos? Me costó alcanzarte… -Rin lo miró a los ojos sin comprender.
-Yo… -frunció el ceño sin entender a su hermana.
-No querías verme ¿cierto? –agachó la cabeza- Supuse que te habías arrepentido de lo que pasó, por eso te habías ido cuando…
-¿Es un chiste? –Len todavía estaba confundido- Eras tú la que me ignoró toda la mañana, no iba a obligarte a hablar conmigo si no querías ni verme…
-Yo no…
-Vamos, Rin, no tienes que intentar ser blanda conmigo ¿sí? Ya tenemos 16 años no 7, si te arrepentiste, si en verdad fui un imbécil al pretender algo contigo cuando es obvio que no puede ser… Sólo dímelo de una vez…
-¡No! –Rin lo abrazó y él se sorprendió- ¡No entiendes!
-No, no entiendo… -Len contuvo el impulso de responder al abrazo- Te fuiste temprano para no tener que verme, no me atendiste las llamadas, no contestaste los mensajes… Está claro que estabas ignorándome –en su interior esa parte de él esperanzada ganaba terreno pero el resto no se dejaba vencer, su hermana lo miró a los ojos con una sonrisa.
-Perdón… Len, lo siento, necesitaba pensar… -él seguía sin entender- Necesitaba aclarar las ideas –suspiró-. Anoche todo fue demasiado rápido, no pude procesar lo que sucedía… Quería entenderlo, quería saber por qué tenía miedo… -ocultó el rostro en el hombro de su hermano- No quiero perderte, Len…
Él colocó una mano sobre su cabello casi instintivamente y sonrió aunque sus ojos parecían tristes.
-Está bien, Rin… Sólo tenías que decirlo… -le costaba hablar- Olvidemos lo que sucedió…
-¿Qué? –ella miró los ojos tristes de su hermano- ¡No, Len! –él frunció el ceño- Yo no puedo olvidarme de…
-Rin, no es algo fácil de olvidar, lo sé, soy un imbécil, pero podemos hacer de cuenta que nada pasó y seguir como si nada… No quiero que sientas que me vas a perder por esto, es todo mi culpa no…
Ella lo interrumpió cansada de que no la comprendiera, en puntas de pie lo besó tomando su rostro. Él se sorprendió e intentó apartarla pero ella se aferró a él.
-No quiero olvidarme de lo que pasó, Len –le sonrió, él la miró a los ojos y le devolvió la sonrisa. La estrechó contra sí acariciando su cuello.



Miku volvió a mirar la hora en su reloj, si no llegaban en segundos llegarían tarde y ella también. Lo peor era no saber qué hacer con la bicicleta o no saber si debería ir a buscarlos.
Consultó su reloj nuevamente ¿qué iba a hacer?
Suspiró al verlos corriendo, doblando a la esquina, tomados de la mano, mojándose con la lluvia.
-¡Vamos a llegar tarde! –les gritó y los apresuró con la mirada bajo el paraguas.
Subieron las escaleras chorreando agua, se habían mojado demasiado y Rin estornudaba acomodándose la campera de su hermano sobre los hombros.
-Nos vemos luego, Rin –le guiñó un ojo Miku y siguió adelante.
Len se detuvo frente a la puerta del aula de su hermana y colocó una mano al costado de su rostro riendo.
-Sí que te mojaste, lo siento –ella frunció el ceño.
-¡Tú estás empapado! –él se inclinó hacia ella pero algo tiró del cuello de su suéter.
-¡Vamos a llegar tarde! No hay tiempo, muévete –Miku lo arrastró prácticamente por el pasillo.

-¿Pero qué te sucede? –Len se frotó el cuello y ella lo golpeó en el brazo molesta. Estaban en su aula, ya había sonado el timbre pero la profesora todavía no llegaba.
-¿Te parece una buena idea besarla aquí dentro? –le gritaba en susurros.
-¿Lo sabes? –dijo sin sorprenderse y suspiró- ¿Cuál es el problema? –ella negó con reprobación.
-¿Es en serio? –suspiró- Len, todo el colegio sabe que ustedes son hermanos, incluso si no se los conoce es obvio porque son gemelos, sé que posiblemente no sea algo malo que estén juntos… Pero ¿te imaginas qué molesto sería escuchar susurros a tus espaldas todo el tiempo? No es sólo por ti, Rin también tendría que escuchar que rumoreen de ella –Len torció los labios y desvió la vista-. Además, piensa un poco, Meiko-sensei no lo sabe ¿cierto? –él entendió a qué se refería- Este colegio también es su trabajo, si se habla de ustedes por todas partes ella acabará enterándose y piensa qué se dirá de ella como madre o como profesora, incluso como…
-Ya ya… Te entiendo, tienes razón –ella suspiró aliviada.
-No estoy en su contra pero deberías tener en cuenta esas cosas, creí que eras más sensato, Len, me has fallado –rió, él se encogió de hombros- ¡Eres tan tierno! –lo abrazó con fuerza.
-Me duele… -susurró casi sin aire.
-Todavía no me lo creo ¡Esto me pone tan feliz! –él puso los ojos en blanco y se dio cuenta de que los estaban observando. Una chica que nunca había visto estaba sentada en el primer banco y había desviado la mirada cuando él se percató. Miku giró levemente la cabeza y le sonrió acercándose. Arrastró a Len con ella.
-¡Hola! –la saludó- ¿Cómo te llamas?
La chica se sonrojó levemente, tenía el cabello gris largo hasta la cintura atado con un moño azul y negro en una coleta baja, a la altura de la nuca y sus ojos eran de un gris verdoso. También parecía bastante alta sentada.
-Yowane Haku –inclinó la cabeza de modo que su flequillo tapara su rostro sonrojado.
-Hatsune Miku –le tendió una mano y ella la miró indecisa antes de responder al apretón.
-Lo sé –dijo casi en un susurro.
-¡Qué bueno! Me conoces de la televisión ¿cierto? –corrió una de sus dos coletas detrás del hombro haciéndose la interesante y Len rió, ella le frunció el ceño y lo tomó por los hombros- Y este idiota de aquí es Kagamine Len.
-¡Hey! –ella le sacó la lengua.
-¿Son novios? –ellos se rieron estrepitosamente- Lo siento –tartamudeó. Miku se secó una lágrima de risa.
-No estuviste tan mal igual –le sonrió-. No lo somos ahora pero bueno…
-Ah… -volvió a mirar el pupitre.
-Eres nueva ¿cierto? –ella asintió- ¿Te mudaste o algo así? –Len le sonrió.
-Mi padre se mudó aquí por el trabajo y me trajo consigo para que podamos vernos más seguido…
-Te cuestan los cambios ¿cierto? –ella solo se sonrojó más- Puedes contar conmigo o con Len para lo que sea ¿Sí?
-¿Eh? –Len le guiñó un ojo sonriendo y ella asintió con la cabeza.
-Esto… Estás sentada en mi lugar –le señaló el banco Miku, Haku se sorprendió y miró a su alrededor en busca de un asiento vacío y se levantó.
-Espera –ella tomó su brazo-. No hace falta que te cambies, me sentaré aquí –dejó su bolso en el banco de al lado.
-¿Él no se sienta ahí? –Len negó con la cabeza.
-Me sentaba ahí pero ya no…
-Me ha dejado sola… -dijo ofendida.
-¡No es así! –se quejó- Tú me dejaste solo a mí ¡Cada vez que te ibas de viaje yo me sentaba solo! Es un banco demasiado adelante para poder dormir en paz.
-¡No importa! Eres cruel al dejarme sola a mí.
-Eres muy egoísta –ella golpeó su brazo, y Haku se rió.
-Son muy graciosos –Miku le sonrió tomando asiento y Len se fue a su banco al lado de la ventana.
Meiko entró apresurada al aula y pidió disculpas en inglés. Len abrió su mochila empapada maldiciendo la lluvia que había mojado su cuaderno.



Levantó la cabeza del banco y se estremeció, su pulóver se secaba en el respaldo de su silla y Rin tenía su campera. Miku se acercó a su banco y lo golpeó.
-¡Dormiste toda la hora! –él se frotó la cabeza sin entender cuál era el problema- ¡Tu madre no paraba de mirarte! Deberías ayudarla un poco…
-¿Meiko-sensei es tu madre? –Haku lo miró sorprendida acercándose.
-Sí, lo es… -se llevó una mano a la nuca algo incómodo.
-Son una familia algo extraña… Todavía no conoces a su hermana…
-¡¡LEN!! –Rin entró en el aula furiosa casi partiendo la puerta en dos.
-¿Su hermana? –tartamudeó aterrorizada Haku.
Él se levantó de un salto de la silla entendiendo menos que el resto de las personas en el aula.
-¿Qué..?
-¡Eres un idiota! –se acercó y lo golpeó en el hombro- ¡idiota, idiota, idiota! –Len tomó los brazos de su hermana para que dejara de herirlo.
-¿Qué hice? –ella estaba angustiada- Dime, por favor, ¿qué hice, Rin?
-Te olvidaste de cambiarle la letra a mis ejercicios de matemática de nuevo –se cruzó de brazos-. La profesora se enfadó mucho esta vez y me obligará a quedarme después de clase por tu culpa…
-¡Hey! Se suponía que tenías que reescribirlos tú… -su hermana hizo un puchero y él no pudo resistirse- Lo siento –la abrazó-, le diré que me castigue a mí por ser el que te los hace…
-Lo hará de todas formas… -protestó en su hombro- Se dio cuenta que las tareas anteriores las hiciste tú…
-Por mí no te preocupes, en el almuerzo te daré una clase para que puedas resolver todo e irte temprano a casa.
-Pero… Pero… -protestó- Yo no quería pasarme la hora del almuerzo… -se percató de la presencia de las chicas y se detuvo en la nueva examinándola de arriba abajo- ¿Quién eres tú? –su voz era ruda.
La otra se sonrojó violentamente y agachó la cabeza tartamudeando cosas incomprensibles. Miku la tomó por los hombros y la presentó.
-Es Haku-chan…
-¡Es… Espera! –se sorprendió ella.
-¿No puedo llamarte así? –se la veía desilusionada.
-Esto… sí –susurró sonrojándose aún más.
-Miku, no puedes adoptar a cada chica nueva –señaló Len.
-Cállate, Len, yo hago lo que se me da la gana, a ella no le molesta –él bufó- ¡Deja de mirarla de esa forma, Rin!
-¿De dónde saliste?
-Esto… yo…
-¡No puedes tratarla así! –la regañó Miku- La pones nerviosa…
-¿Quedaste fascinada con Len a la primera? –la chica no podía ruborizarse más- Escúchame, si te acercas más de lo… -su hermano colocó una mano en su cabeza y la despeinó.
-¿Puedes ser más dulce con ella, Celosa Rin? –su hermana infló los cachetes molesta.
-¡No me llames así! –se cruzó de brazos- ¡Yo no estoy celosa! Solo te conozco y sueles ser más gentil de lo normal con las chicas nuevas –Miku rió.
-Tiene razón –lo palmeó en la espalda. Él suspiró y obligó a Rin a mirarlo a los ojos colocando una mano en su barbilla.
-¿Puedes confiar en mí? –su hermana seguía ofendida- Nunca te traici…
-¡¡Qué hermoso día!! ¡Adoro la lluvia cuando estoy dentro del instituto rodeada de gente conocida! ¿Ustedes no? – colocó una mano en el hombro de cada gemelo y los separó sonriendo exageradamente.
Len suspiró y su hermana le dirigió una mirada extrañada a su amiga. La puerta del aula se abrió nuevamente y entró sonriendo ampliamente Kaito. Los gemelos lo miraron con desdén pero no se movieron de su lugar.
-Buenos días –los miró con superioridad-. Vengo a anunciarles que están abiertas las audiciones para el club de canto –se acercó a ellos sonriendo y colocó una mano en el hombro de Haku dedicándole una mirada seductora-, ya que eres nueva puedes probar en mi club, llámame Kaito –le guiñó un ojo.
-Lárgate de aquí –Miku lo amenazó con la mirada y la sonrojada Haku agachó la cabeza.
-Lo siento ¿estoy en los territorios del famoso Kagamine? –él lo miró con odio pero su hermana apretaba fuertemente su mano.
-A nadie le interesa tu estúpido club –se corrió una de sus dos coletas-. Lárgate.
-¿Estúpido? –se dio la vuelta sonriendo- ¿Acaso no recuerdas dónde empezaste? –ella bufó- Por cierto Len-kun –sonrió maliciosamente-, ¿te hiciste la manicure? Ese color te sienta perfecto –luego de disfrutar la expresión del gemelo salió del aula riendo.
Todos miraron a Len que trataba de ocultar sus manos en los bolsillos. Miku no pudo contener la risa.
-¿De qué te ríes tanto, Miku? –estaba ruborizado.
-No me había percatado ¡Tu aro y tus uñas! –él sabía que esa iba a ser su reacción pero había olvidado por completo su imagen esa mañana- ¿Rin, por qué no te ríes? ¿Qué te sucede?
-Kaito –dijo con voz molesta-, planea algo, lo conozco. Es repugnante… cuando salía me guiñó un ojo…
Len se enderezó a la defensiva, Haku los miraba sin comprender todavía sonrojada. Miku resopló.
-Vamos a estar preparados sea lo que sea que quiera hacer… ¿Estás con nosotros, Haku? –le sonrió.
-¿Eh? Supongo que sí…
-No vamos a obligarte –la voz de Len era monótona-, pero si tienes planeado ir a ese club de canto te lo advierto: es solo un truco para conquistar chicas, cuando fui porque me interesaba aprender apenas se dio cuenta que estaba en la clase, solo hacía participar a Rin –resopló y miró a su hermana, ella desvió la mirada.
-Bueno, eso ya es pasado… -Miku colocó una mano en el hombro de Rin- Va a estar todo bien, no te preocupes…
-Si tu lo dices…


-¡Al fin nos dejan salir! Creí que jamás dejarían de regañarnos! –se quejaba Rin mientras se acomodaba la bufanda. Su hermano temblaba abrigado con su campera todavía mojada por esa mañana.
-Lo peor es que van a hablar con mamá por esto, quizá le hagan algún problema –tiritaba.
-No te preocupes por eso… -su hermana lo miró preocupada- ¿Estás bien?
-¿Eh? –ella frunció el ceño- Si… -se notaba que estaba mintiendo.
-Ven –se quitó parte de su bufanda y le tendió un extremo para que él se abrigara-, apurémonos a ir a casa así te puedes duchar y quitarte el frío, parece que vas a enfermarte –él negó con la cabeza envolviendo su cuello con el abrigo.
-Así está mejor –tímidamente y aprovechando la corta distancia metió la mano en el bolsillo de la campera de su hermana. Ella sonrió tomando su mano dentro del abrigo -. Mucho mejor.
-Parece que el tiempo está mejorando –sonrió mirando el cielo levemente despejado.

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Neko