22 de octubre de 2011

Adolescence Rin x Len, Parte 8

Con la primera vibración del despertador de su celular Len extendió la mano para apagarlo, estaba en el extremo de su escritorio. Apenas había dormido esa noche, pero no se sentía cansado. Acarició el cabello de Rin suavemente.

-Arriba, princesa –susurró en su oído y ella abrió lentamente los ojos. Se sorprendió un poco al verlo hasta que recordó dónde estaba-. Hay que levantarse –besó su frente y esperó. Rin lo abrazó del cuello.

-No quiero ir al instituto –susurró y Len rió.

-Yo tampoco pero hay que –suspiró y se sentó en la cama obligándola a hacerlo también. Ella hizo un puchero y se refregó los ojos.

-No me obligues a ir –él negó con reprobación.

-Todos los lunes es igual ¿no? –se levantó y Rin se dejó caer de nuevo sobre la almohada. Len tomó su uniforme y salió de la habitación.

Esta vez se cambió en la habitación de su hermana y buscó el uniforme de ella. Lo tenía doblado en el armario. Buscó un par de medias y su moño. Salió del cuarto al mismo tiempo que su madre salía del baño y lo miró con una ceja levantada.

-¿Qué demonios? –preguntó pero al instante siguiente hizo un gesto con la mano restándole importancia y volvió a su habitación envuelta en una toalla.

Rin seguía durmiendo en la cama. Len tiró el uniforme sobre sus piernas y se inclinó para despertarla pero ella se colgó de su cuello cuando estuvo cerca.

-¿Te asusté? –dijo sonriendo a dos centímetros del rostro de su hermano.

-No –esbozó una media sonrisa sentándose en la cama poniéndose las medias. Rin comenzó a quitarse el camisón pero él la detuvo- ¿Qué estás haciendo? –dijo algo molesto, ella frunció el ceño.

-Mostrándote que te comportas de forma ridícula –Len bufó y salió de la habitación en dirección al baño un poco ofendido.

Rin se vistió enfadada y comenzó a peinarse con el cepillo de su hermano cuando él entró.

-Sigues siendo ridículo –lo miró por el espejo del armario. Él se acercó para tomar su corbata amarilla, luego extendió la mano para que ella le diera el cepillo- ¡Déjame peinarte! –suplicó y él puso los ojos en blanco dándose vuelta para dejarla hacerlo mientras él se anudaba la corbata. Rin lo peinó y acarició su cabello- Lo tienes más sedoso que yo –protestó atándoselo.

-Estás mintiendo –dijo dándose vuelta y acariciando el suyo-. Eso sería imposible… -Rin bufó.

-La Chica Misteriosa seguro lo tiene mucho más lacio que yo ¿cierto? –dijo con un deje de amargura.

-Nadie tiene el cabello más lindo que tú –dijo poniéndole su moño y ella sonrió mirándolo a los ojos-. Huele a mañana de verano…

-¿A qué? –rió ella y él se encogió de hombros ruborizado.

-Vamos, ve a terminar de prepararte mientras preparo el desayuno…

-¡Bien! –sonrió saliendo.

Len salió tras ella y su madre volvió a mirarlo extrañada mientras abrochaba los botones de su saco, él se encogió de hombros sonriendo y bajó las escaleras.

-¡Vamos, Len! –tiró de su remera- ¡Llévame a caballito! –Len se detuvo y la miró incrédulo.

-¿Qué te sucede hoy, Rin? –rió al ver su puchero.

-¡Antes siempre me llevabas a caballito! –protestó.

-¿Tienes un retroceso a la infancia o algo así? –ella lo codeó.

-Sólo quiero hacer cosas como cuando éramos chicos… Para no olvidarme que seguimos siendo los mismos… Que seguimos siendo hermanos… -su voz sonaba un poco apagada.

-¿Y eso por qué? –acarició su cabello- ¿No te alcanza con saberlo? –ella lo miró a los ojos angustiada.

-Es que con todo el tema de Kaito estuvimos discutiendo mucho… No quiero olvidarme de lo que se sienten esas pequeñas cosas, como dormir juntos o tomar un helado en el parque como hacíamos siempre… -Len la miró sonriente, se acordaba de eso, se acordaba de todo.

-La gente crece, Rin, y cambian algunas cosas pero eso no quiere decir que no seamos hermanos…

-Pero quiero reforzar eso ¡No quiero que dejemos de hacer cosas sólo porque crecimos! –suplicó con la mirada- Por favor, Len, sólo por hoy… -su hermano suspiró y puso los ojos en blanco.

-Está bien, pero vas a tener que llevar mi mochila, no puedo cargarte si la llevo puest…

-¡Sí! –brincó un par de veces aplaudiendo y su hermano rió- ¡Dame la mochila! –apenas él se la quitó Rin la arrancó de sus manos y se paró detrás de su hermano que la alzó riendo.

-Pesas más que antes –bromeó y ella deslizó los brazos alrededor de su cuello.

-¡No me hagas enojar! –lo besó en la mejilla y él comenzó a correr.

Llegaron al instituto riendo y ella se bajó de un salto para abrazarlo.

-¡Eres el mejor hermano del mundo! –lo besó y le tendió la mochila, él estaba recuperando el aliento.

-No es igual que antes…

-Estás oxidado –Rió. Algo detrás de su hermano le llamó la atención-. Ahí están las chicas –lo besó en la mejilla- ¡Eres el mejor! –se alejó trotando y lo saludó con la mano.

Él la miró alejarse cuando se percató de que en el grupo de amigas a donde iba su hermana estaba Kasane Teto mirándolo. Hizo de cuenta que no la había visto y trató de alejarse pero alguien lo palmeó en el hombro. Se dio vuelta y sonrió al reconocerla.

-Buenos días, Len –le devolvió la sonrisa.

-¡Miku! –hablar con ella sería de ayuda para que Rin y sus amigas se fueran y Kasane no tuviera tiempo de acercarse- Volviste de Tokyo –comenzó a caminar en dirección a la entrada.

-Sí, por fin…

-¿No te gusta ser una idol? –le sonrió.

-Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas –metió una mano en el bolsillo y sacó un llavero en forma de L- ¡Esta vez no me olvidé de traerte algo! –rió dándoselo. Él se sorprendió al tomarlo.

-Gracias, Miku –ella le sonrió y comenzó a caminar en la dirección contraria.

-Le daré a Rin el que le traje a ella –se despidió con la mano-, nos vemos en clase.

Len miró el llavero, era bueno saber que las cosas con Miku seguían bien después de todo, suspiró y comenzó a caminar solo hacia la entrada antes de que Kasane se diera cuenta que podía acercarse. Megurine Luka se acercó a saludarlo sonriendo tímidamente.

-Luka-sempai –sonrió.

-Buenos días, Len-kun –lo miró tímidamente y él carraspeó.

-Dime ¿Te sientes mejor del resfrío? –ella asintió con la cabeza.

-Un poco –rió-, salí el sábado pero me encuentro bien de todas formas.

-¿Ese anillo es nuevo? –ella se sonrojó un poco asintiendo- Es muy hermoso…

-Me lo dio Gakupo… -sonrió. Len levantó una ceja- Sé que suena extraño pero… Bueno desde el sábado…

-Están juntos –sonrió-, otra vez se hizo el interesante y no mandó ningún mensaje…

-Supuse que no lo haría –rió-, por eso quería decírtelo yo primero –su rostro se iluminó al divisar algo por sobre el hombro de Len-, nos vemos luego, Len-kun… -él asintió mientras ella corría al encuentro de Gakupo que lo saludó con un gesto de la mano y luego tomó la de Luka.

Len rió, lo veía venir desde hacía unas semanas, suspiró. Rin y sus amigas ya habían entrado, tenía suerte, se apresuró a entrar antes de llegar tarde.

-Repeat with me –Meiko tomó el libro de la mesa un poco molesta mirando fijamente a uno de sus alumnos-. I had broken my leg the last week –la clase repitió lo que ella decía. Toda la clase menos un alumno. Ella se acercó hasta él y dejó caer el libro fuertemente sobre su pupitre- ¡Kagamine! Pay attention! –Len miró a su madre distraído y asintió con la cabeza- ¿Qué tiempo verbal estábamos practicando? –Len la miró desconcertado pero sin muchas intenciones de responder cuando sonó el timbre, su madre suspiró y lo miró de forma severa- Pónmelo más fácil, Len ¿quieres? No quiero sancionarte pero si sigues así voy a tener que hacerlo –tomó el libro de la mesa y salió del aula.

Len suspiró, había estado toda la clase tratando de no quedarse dormido pensando en Rin. La noche anterior le estaba cobrando partida. No se arrepentía, había podido observar a su hermana hasta el cansancio… su tierno rostro, cómo respiraba cuando dormía, el olor de su cabello. Sí, se había vuelto loco toda la noche, la lucha interna que había tenido durante esas horas había sido una de las peores pero lo había logrado, no se había acercado a sus labio ni por dos centímetros. Dejó caer el lápiz sobre el pupitre exhausto, suspiró, sólo habían pasado dos horas.

-¿No dormiste ayer, Len? –Miku se acercó a él que estaba acostado sobre el pupitre- Hiciste enojar a tu madre –rió.

-Digamos que no pude dormir muy bien…

-¿Qué sucedió? –rió- ¿Tenías pesadillas? ¿Soñaste que yo no existía más?

-Eso hubiera sido el sueño perfecto más que una pesadilla… -Miku lo golpeó.

-Eres idiota incluso dormido –suspiró- ¿Por qué no pudiste dormir? –le guiñó un ojo- ¿estabas mirando revistas prohibidas?

-¡Miku! –se enderezó en el asiento.

-¿Lo hiciste? –comenzó a reír.

-¡Por supuesto que no! –se quitó los anteojos y los dejó sobre el banco- Digamos que Rin no me dejaba dormir…

-¡Len! –su hermana entró hecha una furia al aula, ese semestre estaban en divisiones separadas- ¡No puedo creer que me lo hayas ocultado después de todo!

-Hablando del rey de Roma –rió Miku y se fue.

-¿Rin? ¿De qué estás hablando? –inquirió aunque suponía la respuesta, su hermana se acercó y tiró de su corbata.

-¡No puedo creer que ella sea la Chica Misteriosa! ¡No puedo creerlo! –bufó y tiró aun más.

-Rin… Vas a asfixiarme –ella lo soltó y se cruzó de brazos.

-Te lo mereces –infló los cachetes molesta- ¡¿Cómo no me contaste que ayer estuviste con Teto?! –La gente a su alrededor se daba vuelta para escucharlos, Len tomó a su hermana del brazo y la arrastró fuera del aula- ¡Ella ni siquiera es más linda que yo! –él la miró a los ojos y rió- ¡No es gracioso!

-Tranquilízate ¿quieres? –le puso una mano sobre el hombro y ella la quitó.

-No, no quiero –protestó.

-Ella no es la Chica Misteriosa…

-¿Ah, no? –pateó el suelo- ¿Entonces por qué estuviste con ella ayer? ¡Mientras yo me preocupaba por ti!

-Escúchame, Rin –la miró un poco avergonzado-. Es difícil de explicar… Ayer no estaba pensando con claridad luego de… Bueno ya sabes de qué y ella… No sucedió nada ¿Sabes? –se maldijo por dentro, había dado un mal paso al ir con una amiga de su hermana.

-¿Ella es la Chica Misteriosa o no? –dijo molesta y él negó con la cabeza.

-Tú lo dijiste, ella no es más linda que tú –acarició su mejilla-. No le llega ni a los talones a la Chica Misteriosa… -Rin suspiró.

-Entonces ¿qué hacías con ella ayer? –su hermano hizo una mueca.

-Idioteces –suspiró-, escucha, Rin, ayer no estaba actuando con la cabeza… ¿Podrías tratar de..?

-¿Hablar con ella? –suspiró y él asintió con la cabeza- Veré qué puedo hacer, está insoportable hoy… Ya le contó a medio mundo lo que hicieron ayer… -dijo molesta. Len se tapó el rostro con la mano.

-No hicimos absolutamente nada ¿sí? –bufó- Mamá me llamó al teléfono antes de que llegara a pasar algo y le agradezco al cielo por eso… Si está así por lo que pasó no quiero imaginarme si hubiéramos…

-¿Tú puedes hablar de esas cosas como si nada y cuando yo menciono algo ya te pones imposible? –levantó una ceja.

-Es diferente… -Len suspiró- No vuelvas a entrar gritando de esa forma al aula…

-Haré mi mejor esfuerzo –rió y lo miró más atentamente- ¿estás cansado?

-Un poco…

-¿No te dejé dormir? –él acarició su mejilla sonriendo y negó con la cabeza- ¡Lo siento, Len! ¡Debías habérmelo dicho!

-No tiene… -abrazó a su hermana de forma protectora. Ella vio pasar a Kaito por el pasillo antes de tener que preguntar. En los ojos de Len se leía el odio puro. Kaito siguió de largo sonriendo de forma extraña. El timbre sonó segundos después y Rin se soltó de él. Le sonrió levemente y se fue a su aula. Len hizo lo mismo. Miku le sonrió divertida cuando lo vio entrar.

-¿Volviste a los viejos tiempos, Len? –le sacó la lengua y el bufó apoyando la cabeza sobre el pupitre.

-No me hables de eso…

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