Se subió a la bicicleta de un salto, debía salir de allí lo antes posible. No podía creer lo que acababa de hacer, se maldijo. Era un imbécil. Se llevo una mano a los labios, todavía podía sentir los delicados de su hermana, su respiración tan cerca… Sacudió la cabeza, tenía que olvidarse de esa sensación de inmediato o iba a volverse loco. Alguien estaba gritándole.
-¡Kagamine! – Hiyama Kiyoteru, su compañero del club de tenis lo estaba corriendo bastante agitado- ¡Kagamine, espera!
Él le hizo caso y frenó la bicicleta extrañado.
-Hiyama –lo saludo con la mano-. ¿Qué sucede?
Su amigo se detuvo apoyando las manos en las rodillas para recobrar el aliento. Se acomodó los anteojos y le sonrió.
-¡Vas rápido! Te estuve siguiendo dos cuadras y no me oías ¿En qué pensabas? –Len se ruborizó.
-Nada…
-¿Problemas de chicas? –rió y le palmeó el hombro, era mucho más alto que él, Len sólo rió falsamente- Escucha, me quedé con los chicos en el club almorzando, no todos vivimos tan cerca, parece que no habrá clases por la tarde… -Len lo miró con el ceño fruncido.
-¿Por qué no? ¿Qué sucedió? –Hiyama parecía un poco incómodo.
-El Sensei tuvo un accidente –al ver el rostro preocupado de su amigo le sonrió-, no fue nada grave, Kagamine, sólo se tropezó con una pelota… Se torció la muñeca pero está bien… Dijo que por hoy podíamos volver a casa… -le sonrió- Estaba volviendo justamente cuando te vi pasar y tenía que avisarte para que no vayas sin razón, seguro tienes alguna otra cosa que hacer…
A Len no le gustó la idea. Una parte de él quería volver a toda velocidad y preguntarle a Rin qué pensaba de lo que acababa de suceder; la otra parte, más sensata y razonable, no estaba preparada para volver a ver a su hermana. Suspiró, no debía volver hasta que no se calmaran sus latidos, o la sensación que permanecía en sus labios. Haría como si nada hubiese pasado, no debía volver a escuchar ese tipo de consejos, no debía dejarse llevar por ese tipo de impulsos nunca más.
-¿Algo va mal, Kagamine? –lo miró algo preocupado- Hoy en las prácticas estabas un poco distraído…
-No es nada –suspiró buscando su celular, miró el último mensaje, era de Gumi pidiéndole disculpas.
-¿Seguro? –se acomodó los anteojos- Puedes hablar conmigo si quieres…
Len lo evaluó con la mirada y negó con la cabeza. No podía andar contando por ahí que hacía cinco minutos había besado a su hermana gemela, suspiró.
-Ando un poco cansado –hizo un gesto con la mano para irse pero su amigo puso una mano en el mango de la bicicleta, se había sonrojado un poco.
-Esto… Kagamine… No sé si preguntarte algo –Len lo miró extrañado-. ¿Podrías darme el número de tu hermana?
Él tuvo que contener el impulso de golpearlo. En su rostro se notaba claramente su enojo.
-Si quieres su número pídeselo a ella –escupió las palabras y comenzó a pedalear bastante furioso. No estaba muy lejos de su casa. Dejó la bicicleta estacionada en la puerta pero no quiso entrar. Todavía no debía. Decidió que lo mejor sería caminar.
Volvió a sacar el teléfono de su bolsillo. Podía llamar a Gumi, ella no se negaría a salir a dar una vuelta con él, y no vivía muy lejos para irla a buscar… Negó con la cabeza, también estaba Kasane Teto que la semana anterior le había dado su número, suspiró y volvió a guardar su celular ¿Dejaría que volviera el Len Casanova [Spice mode] sólo para quitarse esa sensación de los labios? Negó con la cabeza, ya había superado esa etapa ¿o no? Terminó de dar la vuelta a la manzana y decidió que lo mejor era entrar a su casa, antes de cometer la segunda idiotez de ese día.
-¡Est… -se detuvo al ver un par de zapatos desconocidos en la entrada. Frunció el ceño: colgado estaba el sobretodo blanco y la bufanda azul de Kaito.
Recorrió la planta baja con la mirada: el sillón, la mesa, el televisor la cocina… Ni rastro de su hermana ni del imbécil de su novio. Suspiró y comenzó a subir las escaleras en silencio. Una vez arriba evaluó el pasillo… Estaban en la habitación de Rin, maldijo. Su hermana sabía que él estaría en el club, que no llegaría hasta dos horas más tarde. Fue hasta la puerta cerrada donde había un cartel que en letras amarillas decía “Rin “ ”. Se apoyó en la puerta para poder oír, teniendo cuidado en no abrirla. Sólo se escuchaban susurros de sábanas.
-Kaito… No sé si…
-Relájate, Rin ¿No me amas? –Len no escuchó la respuesta pero la supuso- ¿Entonces? ¿Cuál es el problema?
-No es que haya un problema –rió de forma nerviosa-. Sólo que no creo que…
-Shh… Va a estar todo bien –pasaron cinco segundos de silencio que casi matan a Len-. No tienes de qué preocuparte, Rin…
-Kaito no… -una especie de suspiro por parte de su hermana le dieron náuseas. Susurro de tela, había movimiento ahí dentro.
Len no pudo soportarlo más, le hervía la sangre. No podía dejar que alguien tan inútil, tan… imbécil tocara a su hermana, ella no quería estaba seguro y no podía soportar la idea de lo que estuviera pasando del otro lado de la puerta. La abrió de golpe al tiempo que decía en voz muy alta e inocente
-¡Rin, me prestas el cargad..! –su hermana se bajó la remera rápidamente y se levantó de la cama de un salto sorprendida. Kaito tenía cara de muy pocos amigos, estaba recostado de lado bastante despeinado y sin remera.
-¡Len! Se supone que…
-¡Oh, lo siento! –él no la miraba, estaba desafiando a Kaito con la vista- ¿Qué estaba interrumpiendo? –en su voz no había una pizca de gracia. Rin golpeó su hombro, se había sonrojado y estaba haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas de vergüenza.
-¡Debías tocar la puerta, Len! –le gritó y él la miró con una sonrisa cruel.
-¡Lo siento! ¡¿Se supone que tengo que saber qué pasa en esta casa mientras no estoy?!
-¡No tiene nada que ver! ¡Lo sabías antes de abrir!
-¡Crees que me voy a quedar de brazos cruzados escuchando como este tipo te..!
-¡No tenías por qué interrumpir!
Estaban gritando al mismo tiempo, no entendían siquiera lo que ellos mismos decían. Kaito se puso la remera y tomó a Rin del brazo, mientras su hermano lo amenazaba a muerte con los ojos.
-Tranquila, ya me voy –comenzó a bajar las escaleras dándoles la espalda.
-¡¿Estás feliz ahora?!
-¡Sólo si no vuelve a pisar esta casa! –Rin bajó las escaleras corriendo.
Len se apoyó contra el marco de la puerta maldiciéndose, tenía los puños muy apretados, golpeó la pared para desquitar la furia contenida ¿Qué esperaba Rin? ¿Qué se metiera en su habitación tranquilamente esperando a que salieran para tomar el té juntos? Bajó corriendo y los divisó a unos pasos de la entrada. Se acercó con pasos decididos sin saber qué iba a hacer. Tomó a Rin de la mano y la arrastró hacia adentro.
-¡¿Qué demonios estás haciendo?! –ella trataba de soltarse pero su hermano era más fuerte- ¡Len, suéltame! -Él cerró la puerta de un golpe y la miró a los ojos respirando agitado, a ella se le escapó una lágrima- ¡¿Qué haces?! -Len se dejó caer en el sillón cubriéndose el rostro con la mano y Rin se paró frente a él- ¡¿No vas a responderme?!
-No quiero que lo vuelvas a ver, Rin –dijo secamente, consciente de lo brusco que estaba siendo pero su cabeza hervía, no podía ser más suave.
-¿Ah, sí? ¡¿Quién eres tú para prohibírmelo?! –estaba llorando.
-¡Tu hermano, Rin! –se paró y la tomó por los hombros- ¡El imbécil de tu hermano!
Ella lo miró a los ojos sin saber qué decirle, los insultos se le atoraban en la garganta. Lo abofeteó sin pensarlo. Len no se movió ni la detuvo. Apretó los puños y se dirigió a la puerta. Abrió violentamente y salió a la calle descalzo, su hermana lo siguió corriendo.
-¡No lo hagas, Len! –él se detuvo, frente a Kaito que seguía en la puerta- ¡Por favor, Len, no!
Kaito se enderezó y le sonrió provocándolo, él estaba realmente agitado, apretó todavía más los puños.
-¡Len..! –Rin estaba llorando- Por favor…
Su hermano tomó la bicicleta que había dejado contra la pared de la entrada, se subió de un salto y comenzó a pedalear con furia alejándose velozmente de su casa.
Se subió a la bicicleta de un salto, debía salir de allí lo antes posible. No podía creer lo que acababa de hacer, se maldijo. Era un imbécil. Se llevo una mano a los labios, todavía podía sentir los delicados de su hermana, su respiración tan cerca… Sacudió la cabeza, tenía que olvidarse de esa sensación de inmediato o iba a volverse loco. Alguien estaba gritándole.
-¡Kagamine! – Hiyama Kiyoteru, su compañero del club de tenis lo estaba corriendo bastante agitado- ¡Kagamine, espera!
Él le hizo caso y frenó la bicicleta extrañado.
-Hiyama –lo saludo con la mano-. ¿Qué sucede?
Su amigo se detuvo apoyando las manos en las rodillas para recobrar el aliento. Se acomodó los anteojos y le sonrió.
-¡Vas rápido! Te estuve siguiendo dos cuadras y no me oías ¿En qué pensabas? –Len se ruborizó.
-Nada…
-¿Problemas de chicas? –rió y le palmeó el hombro, era mucho más alto que él, Len sólo rió falsamente- Escucha, me quedé con los chicos en el club almorzando, no todos vivimos tan cerca, parece que no habrá clases por la tarde… -Len lo miró con el ceño fruncido.
-¿Por qué no? ¿Qué sucedió? –Hiyama parecía un poco incómodo.
-El Sensei tuvo un accidente –al ver el rostro preocupado de su amigo le sonrió-, no fue nada grave, Kagamine, sólo se tropezó con una pelota… Se torció la muñeca pero está bien… Dijo que por hoy podíamos volver a casa… -le sonrió- Estaba volviendo justamente cuando te vi pasar y tenía que avisarte para que no vayas sin razón, seguro tienes alguna otra cosa que hacer…
A Len no le gustó la idea. Una parte de él quería volver a toda velocidad y preguntarle a Rin qué pensaba de lo que acababa de suceder; la otra parte, más sensata y razonable, no estaba preparada para volver a ver a su hermana. Suspiró, no debía volver hasta que no se calmaran sus latidos, o la sensación que permanecía en sus labios. Haría como si nada hubiese pasado, no debía volver a escuchar ese tipo de consejos, no debía dejarse llevar por ese tipo de impulsos nunca más.
-¿Algo va mal, Kagamine? –lo miró algo preocupado- Hoy en las prácticas estabas un poco distraído…
-No es nada –suspiró buscando su celular, miró el último mensaje, era de Gumi pidiéndole disculpas.
-¿Seguro? –se acomodó los anteojos- Puedes hablar conmigo si quieres…
Len lo evaluó con la mirada y negó con la cabeza. No podía andar contando por ahí que hacía cinco minutos había besado a su hermana gemela, suspiró.
-Ando un poco cansado –hizo un gesto con la mano para irse pero su amigo puso una mano en el mango de la bicicleta, se había sonrojado un poco.
-Esto… Kagamine… No sé si preguntarte algo –Len lo miró extrañado-. ¿Podrías darme el número de tu hermana?
Él tuvo que contener el impulso de golpearlo. En su rostro se notaba claramente su enojo.
-Si quieres su número pídeselo a ella –escupió las palabras y comenzó a pedalear bastante furioso. No estaba muy lejos de su casa. Dejó la bicicleta estacionada en la puerta pero no quiso entrar. Todavía no debía. Decidió que lo mejor sería caminar.
Volvió a sacar el teléfono de su bolsillo. Podía llamar a Gumi, ella no se negaría a salir a dar una vuelta con él, y no vivía muy lejos para irla a buscar… Negó con la cabeza, también estaba Kasane Teto que la semana anterior le había dado su número, suspiró y volvió a guardar su celular ¿Dejaría que volviera el Len Casanova [Spice mode] sólo para quitarse esa sensación de los labios? Negó con la cabeza, ya había superado esa etapa ¿o no? Terminó de dar la vuelta a la manzana y decidió que lo mejor era entrar a su casa, antes de cometer la segunda idiotez de ese día.
-¡Est… -se detuvo al ver un par de zapatos desconocidos en la entrada. Frunció el ceño: colgado estaba el sobretodo blanco y la bufanda azul de Kaito.
Recorrió la planta baja con la mirada: el sillón, la mesa, el televisor la cocina… Ni rastro de su hermana ni del imbécil de su novio. Suspiró y comenzó a subir las escaleras en silencio. Una vez arriba evaluó el pasillo… Estaban en la habitación de Rin, maldijo. Su hermana sabía que él estaría en el club, que no llegaría hasta dos horas más tarde. Fue hasta la puerta cerrada donde había un cartel que en letras amarillas decía “Rin “ ”. Se apoyó en la puerta para poder oír, teniendo cuidado en no abrirla. Sólo se escuchaban susurros de sábanas.
-Kaito… No sé si…
-Relájate, Rin ¿No me amas? –Len no escuchó la respuesta pero la supuso- ¿Entonces? ¿Cuál es el problema?
-No es que haya un problema –rió de forma nerviosa-. Sólo que no creo que…
-Shh… Va a estar todo bien –pasaron cinco segundos de silencio que casi matan a Len-. No tienes de qué preocuparte, Rin…
-Kaito no… -una especie de suspiro por parte de su hermana le dieron náuseas. Susurro de tela, había movimiento ahí dentro.
Len no pudo soportarlo más, le hervía la sangre. No podía dejar que alguien tan inútil, tan… imbécil tocara a su hermana, ella no quería estaba seguro y no podía soportar la idea de lo que estuviera pasando del otro lado de la puerta. La abrió de golpe al tiempo que decía en voz muy alta e inocente
-¡Rin, me prestas el cargad..! –su hermana se bajó la remera rápidamente y se levantó de la cama de un salto sorprendida. Kaito tenía cara de muy pocos amigos, estaba recostado de lado bastante despeinado y sin remera.
-¡Len! Se supone que…
-¡Oh, lo siento! –él no la miraba, estaba desafiando a Kaito con la vista- ¿Qué estaba interrumpiendo? –en su voz no había una pizca de gracia. Rin golpeó su hombro, se había sonrojado y estaba haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas de vergüenza.
-¡Debías tocar la puerta, Len! –le gritó y él la miró con una sonrisa cruel.
-¡Lo siento! ¡¿Se supone que tengo que saber qué pasa en esta casa mientras no estoy?!
-¡No tiene nada que ver! ¡Lo sabías antes de abrir!
-¡Crees que me voy a quedar de brazos cruzados escuchando como este tipo te..!
-¡No tenías por qué interrumpir!
Estaban gritando al mismo tiempo, no entendían siquiera lo que ellos mismos decían. Kaito se puso la remera y tomó a Rin del brazo, mientras su hermano lo amenazaba a muerte con los ojos.
-Tranquila, ya me voy –comenzó a bajar las escaleras dándoles la espalda.
-¡¿Estás feliz ahora?!
-¡Sólo si no vuelve a pisar esta casa! –Rin bajó las escaleras corriendo.
Len se apoyó contra el marco de la puerta maldiciéndose, tenía los puños muy apretados, golpeó la pared para desquitar la furia contenida ¿Qué esperaba Rin? ¿Qué se metiera en su habitación tranquilamente esperando a que salieran para tomar el té juntos? Bajó corriendo y los divisó a unos pasos de la entrada. Se acercó con pasos decididos sin saber qué iba a hacer. Tomó a Rin de la mano y la arrastró hacia adentro.
-¡¿Qué demonios estás haciendo?! –ella trataba de soltarse pero su hermano era más fuerte- ¡Len, suéltame! -Él cerró la puerta de un golpe y la miró a los ojos respirando agitado, a ella se le escapó una lágrima- ¡¿Qué haces?! -Len se dejó caer en el sillón cubriéndose el rostro con la mano y Rin se paró frente a él- ¡¿No vas a responderme?!
-No quiero que lo vuelvas a ver, Rin –dijo secamente, consciente de lo brusco que estaba siendo pero su cabeza hervía, no podía ser más suave.
-¿Ah, sí? ¡¿Quién eres tú para prohibírmelo?! –estaba llorando.
-¡Tu hermano, Rin! –se paró y la tomó por los hombros- ¡El imbécil de tu hermano!
Ella lo miró a los ojos sin saber qué decirle, los insultos se le atoraban en la garganta. Lo abofeteó sin pensarlo. Len no se movió ni la detuvo. Apretó los puños y se dirigió a la puerta. Abrió violentamente y salió a la calle descalzo, su hermana lo siguió corriendo.
-¡No lo hagas, Len! –él se detuvo, frente a Kaito que seguía en la puerta- ¡Por favor, Len, no!
Kaito se enderezó y le sonrió provocándolo, él estaba realmente agitado, apretó todavía más los puños.
-¡Len..! –Rin estaba llorando- Por favor…
Su hermano tomó la bicicleta que había dejado contra la pared de la entrada, se subió de un salto y comenzó a pedalear con furia alejándose velozmente de su casa.
Con "Spice mode" me refiero a la canción Spice, por si no se entiende xD
me ha encantada la historia adolencentes de vocaloid,de los kagamines esta super emocionante,no puedo esperar saber como termina espero que lo continues sii..porfa soy tu fan numero uno te felicito!
ResponderEliminarespero que le le pege a kaito jjajajaj...
Gracias! me alegro que te guste ^^
ResponderEliminarYa la voy a terminar de subir, muchas gracias :)
encerio siiiii yuuupi!!! esperare con ansia, gutarme me encanta muchisimo te dare poras pra animarte ajajajja..
ResponderEliminargracias n_n