21 de septiembre de 2011

¡Feliz Día de la Primavera!Espero que todas puedan reírse tanto y pasarla tan bien en este día como yo lo pasé.
Porque a pesar de no festejar realmente nada siempre es buena la excusa para pasarla con nuestros amigos o seres queridos y no olvidarse de sonreír.
Los adoro, chicos, aunque faltara gente, aunque no nos veamos seguido, aunque siempre estemos con presión encima son estos momentos los que me recuerdan todo lo importante que son para mí y qué necesarias son hacer esas boludeces qeu sólo hago con ustedes...
Espero que la alegría sea contagiosa :3

19 de septiembre de 2011

Adolescence Rin x Len, Parte 3

-Escúchame –dejó el repasador en la mesa-. Ya casi es hora, voy a cambiarme ¿Puedes poner la mesa entre tanto?

-Veré qué puedo hacer –suspiró y se levantó del sillón.

-Me voy, me voy, me voy –dijo su madre tomando la cartera de la mesa, le dio un beso en la frente a cada uno y se puso a buscar las llaves.

-En el bolso –dijeron al unísono. Ella tomó las llaves y les sonrió.

-Son unos ángeles –se despidió con la mano y salió por la puerta a toda velocidad.Rin subió las escaleras igual de rápido y Len se dispuso a poner la mesa, tuvo la gran tentación de prepararla sólo para dos pero pensó que podía ponérsele el juego en contra. Estaba preparando jugo cuando sonó el timbre. Se sentó en el sillón, no pensaba abrirle al idiota de Kaito, eso era seguro.

-¡Len! ¡¿Puedes atender?! ¡Estoy en un minuto, por favor! –dijo con voz suplicante.

Él suspiró y se levantó sopesando las opciones. Abrió la puerta de mala gana. Allí estaba: alto, con el pelo de ese insoportable azul despeinado, con un budín en las manos enguantadas.

-¡Hola, Len-kun! –dijo algo tenso- ¿puedo pasar? –él lo miró dos segundos y asintió con la cabeza dándole lugar para que entrase- Sí que hace frío afuera –murmuró quitándose los zapatos y dejando el sobretodo blanco junto a su bufanda.

-Rin ya baja –fueron sus únicas palabras mientras se dejaba caer de nuevo en el sillón frente a la televisión-. Siéntate donde quieras –agregó secamente.

Kaito lo evaluó con la mirada unos segundos antes de sentarse en la mesa, Len estaba vestido de forma ciertamente intimidante: un pantalón con cadenas, una remera blanca con inscripciones de guerra y una chaleco negro a rayas también con una cadena negra. Llevaba el pelo más desordenado de lo usual, como si se hubiese vestido así por casualidad, pero algo mostraba lo forzada que era su vestimenta.

-¡Perdón! –Ambos miraron a las escaleras donde Rin bajaba apresurada. Llevaba puesto un vestido lila con tiras blancas y un moño del mismo color, se había rizado levemente el cabello y se había puesto los pendientes que él le había regalado en navidad.

Kaito se levantó y le tendió la mano, ella le sonrió y el la besó en la mejilla, Rin se sonrojó. Len desvió la mirada resoplando y volvió a cambiar de canal.

-Kaito…-Escuchó susurrar a su hermana algo nerviosa.

-No soy un experto, Rin –dijo en voz suficientemente alta-, pero creo que algo se está quemando en la cocina…

-¡Es cierto! ¡Len ayúdame con esto! –él levantó una ceja en actitud indiferente- ¡Bien, haz lo que quieras!

-Yo puedo ayudarte, Rin –Kaito estuvo a punto de levantarse pero Len le ganó y se metió en la cocina.

-¿Qué sucede? –dijo molesto- Sólo debes ponerle un poco de agua –dijo haciéndolo y luego suspiró-. Déjame servir a mí.

-¿Seguro, Len? –Ella lo miró a los ojos suplicante, realmente agradecida, él le sonrió y acarició su cabello guiñándole un ojo.

Ella Salió de la cocina sonriendo y Len se maldijo por lo bajo, por ser tan débil. Suspiró y tomó el repasador para poder agarrar la olla mientras miraba de reojo la mesa, ellos estaban de espaldas al pasaplatos.

-¡Maldición! –dijo al quemarse con la olla por distraerse.

-¿Estás bien, Len? –Rin se levantó preocupada y se apoyó en el pasaplatos. Él ya estaba poniendo su mano bajo el agua fría.

-No es nada, Rin, tranquila –le sonrió volviendo a agarrar el repasador con más cuidado bajo la mirada preocupada de su hermana.

Llevó la olla a la mesa y Rin llegó detrás de él con el cucharón preparado.

-Gracias por comportarte, Len –le susurró al oído-. Déjame servir a mí, toma, lleva esto a la cocina –le tendió el budín de pasas que había traído Kaito.

Len tuvo la nueva tentación de dejarlo caer “accidentalmente”, pero cuando vio la sonrisa de su hermana se arrepintió.

Cuando volvió su hermana ya había servido su plato, se sentó frente a ellos y los evaluó con la mirada. Se preguntó por cuánto tiempo tendría que actuar como el hermano bueno y se dedicó a comer, consciente de la tensión en la mesa.

-Len, ¿es cierto que estás en el equipo de tenis del colegio? –dijo Kaito forzando una conversación.

-Ajá –respondió sin levantar la vista de su plato.

-Sí, y el mes pasado ganaron el último torneo –agregó Rin tensa-. Además Len juega aparte en el club del barrio, es muy bueno –dijo tratando de que no se quedaran en silencio-. Len, Kaito está en el equipo de atletismo –puso una mirada suplicante, pero el rostro de Len no se inmutó.

-Ya lo habías mencionado antes ¿Me alcanzas la jarra, Rin? –enfatizó el nombre.

-Déjame servir a mí, por favor –pidió Kaito en un esfuerzo de amabilidad. Len suspiró y le alcanzó el vaso.

Después de unos minutos de silencio Kaito volvió a intentarlo.

-Esto está delicioso ¿Lo preparaste tú, Len-kun? Rin me dijo que eres un muy buen cocinero…

-Fue ella la que cocinó hoy –respondió secamente.

-Ah, muy bueno, Rin –dijo acariciando su cabello con la mirada acaramelada.

Len fingió atragantarse con el jugo y Kaito volvió a tomar el tenedor.

-El otro día, te vi en el parque del colegio caminando con Gumi-san ¿Estás saliendo con ella, Len-kun? –esta vez fue Rin la que se atragantó con el jugo.

-No creo que ese tema sea de tu interés, Kaito-kun –le tendió una servilleta a su hermana, desafiándolo con la mirada.

-Ya sabes –dijo algo ofendido-, no me molestaría que me llamaras solo Kaito –suspiró.

-Está bien así, Kaito-kun.

Se mantuvieron en silencio por el resto de la cena. Cuando todos terminaron su plato Rin carraspeó.

-Bueno ¿Estaba bien? ¿O le faltaba sal? –miró a Len con una mirada llena de significado.

-Todo lo que prepares está bien para mí.

-Le faltaba sal, Rin –dijo de forma indiferente y Rin lo pateó por debajo de la mesa.

-Voy a levantar la mesa ¿Me ayudas, Len? –le sonrió falsamente.

-Si puedo volver a mover mi pierna, quizás –su molestia era palpable, se levantó, tomó el plato de su hermana y el suyo y se dirigió a la cocina. Rin llegó detrás suyo con el otro plato y la olla vacía.

-Creí que te ibas a comportar –le susurró reteniéndolo en la cocina.

-¿No lo hice? –la miró con ojos inocentes- Creí que me había comportado lo mejor que pude –no se molestó en bajar la voz. Amagó a irse pero Rin lo tomó del brazo.

-¡Oh, por favor! –susurró- Estuvimos más de una hora en silencio ¡Lo estás tratando horrible y él está haciendo lo imposible por caerte bien!

-Bueno, supongo que lo imposible no alcanza –se dio media vuelta.

-¡Eres horrible! –le lanzó el repasador.

-El peor –dijo saliendo de la cocina y dejándose caer en el sillón, tomó el control de la televisión y comenzó a cambiar de canal una y otra vez.

Rin puso el budín en la mesa de forma ruidosa y con voz molesta y cargada de intención tomó el cuchillo.

-Dime, Kaito amor, ¿quieres una porción? –antes de que él le respondiera le dio un plato- Aquí tienes, corazón… -luego se sentó a su lado y tomó el tenedor- ¿Puedo darte de comer yo, cariño? –nuevamente no esperó respuesta.

-¿No vas a preguntarme si quiero? –inquirió con una media sonrisa su hermano.

-¿Escuchaste algo, corazón? –Rin sobreactuó su rostro de desconcierto. Len se rió amargamente y subió el volumen del noticiero- ¿Quieres más, amor? –Len apagó el televisor y dejó caer el control al otro lado del sillón.

-“Tu aliento cálido se disuelve como el final del tibio abrazo” –tarareó en voz lo suficientemente alta sin quitar la vista de la pantalla en negro- “Después de esto no me moveré, porque yo soy tu caballero.”

-“Las campanas anuncian el final para el ruidoso caballero y la princesa.” –tarareó a su vez.

-¡Es cierto! ¡Len-kun, tú escribes canciones! ¿No es así? –Kaito sonaba realmente nervioso- Nunca te había oído cantar, realmente tienes una voz potente para hacerlo.

-¿Te molesta si le enseño la letra de la última canción que escribiste a Kaito? –dijo de forma provocadora.

Len se levantó del sillón de un salto y se enfrentó a la sonrisa maliciosa de su hermana.

-No creo que sea apropiado, Rin, mejor lo dejamos para otro momento –en su voz se notaba cuán molesto estaba.

-¿Por qué no ahora, Len? Yo creo que la letra nueva es preciosa ¿No me dejas cantarla con Kaito?

-Rin… -suplicó de forma amarga.

En ese momento se abrió la puerta de forma ruidosa y entró su madre riéndose. Trató de dejar las llaves en la mesa de vidrio de la entrada pero las llaves terminaron en el suelo y ella volvió a reírse exageradamente.

-Oh por Dios –Rin dejó caer el tenedor.

-¡¿Mamá?! –Len se dio media vuelta bruscamente.

-¡Estoy en casa, chicos! –se tropezó con los zapatos de la entrada y se agarró torpemente de la pared- Los zapatos, los zapatos...–susurró pensativa.

-Mamá, vamos arriba, olvida los zapatos –Len se acercó a ella tendiéndole la mano-. Vamos, hay que subir las escaleras.

-¿Meiko-sensei? –preguntó extrañado Kaito. Ella levantó la vista.

-Teacher! –rió y lo evaluó con la mirada- ¡Shion! ¡Te dije que yo lo conocía, Rin querida!

-No puede ser –susurró Rin dejando caer la cabeza sobre su mano.

-Vamos, mamá –Len tiró del brazo de su madre casi haciéndola caer y la encaminó a las escaleras.

A él le costó que su madre no se cayera pero una vez en su habitación ella se dejó caer en la cama. Len negó con reprobación pero la ayudó a quitarse los zapatos. Se dirigió al interruptor para apagar la luz pero su madre lo detuvo con la mano y le sonrió.

-Eres un sol, Len, gracias.

-Descansa –Len apagó las luces y bajó en silencio las escaleras.

-¿Por qué no me dijiste que era tu profesora de inglés?

-¿Cómo iba a saberlo? –escuchó- Vamos, Rin, no importa…

Silencio, Len no quiso bajar el tramo que le faltaba, atento.

-Kaito, espera, Len puede bajar en cualquier momento…

Silencio… Len bajó furioso y los encontró besándose, sin que se dieran cuenta de su presencia. Rin abrazó a Kaito y le susurró algo al oído y al abrir los ojos y encontrarse con su hermano observándolos contuvo un grito de sorpresa. Kaito carraspeó.

-¿Estaba rico el postre también, Kaito-kun? –dijo de forma agresiva levantando el plato de ambos sin que hayan terminado y llevándoselo a la cocina. Rin lo siguió con el resto de budín que quedaba algo apenada.

-¿Por qué pones esa cara, Rin? –su tono no se había suavizado- ¿No te lo estás pasando bien?

-¡Len, deja de comportarte como un chico de cinco años! Sólo quería pedirte disculpas…

-¿Por qué? –Len la miró a los ojos- Haz lo que quieras, Rin ¿Quién soy yo para oponerme? –estaba por dejar la cocina pero ella lo retuvo.

-Por favor, Len…

-¿Qué quieres, Rin? ¿Que me ponga a tirarles pétalos de rosa y a cantarles una balada? Sólo tienes que pedirlo –se soltó y salió de la cocina molesto. Rin lo siguió apenada.

-Entonces… -Kaito carraspeó- ¿Su madre es la profesora de inglés del último curso del instituto?

-También trabaja en un call center–respondió Len con voz agresiva-. Y nuestros tíos, que viven en Estados Unidos nos envían dinero todos los meses para que podamos mantener nuestro nivel de vida como lo hacíamos antes de que nuestro padre muriera, pero eso ya lo sabes, estoy seguro que tuviste tiempo de hablar con Rin en estos cuatro meses ¿No es así, Kaito-kun? A no ser que estuvieran haciendo algo más interesante que hablar ¿Quieres algo de té?

-¡Len! –Rin le dirigió una mirada enojada.

-Lo siento, no te ofrecí ¿Quieres té, Rin?

-No, gracias –respondió Kaito y Len levantó una ceja hacia su hermana.

-¿Rin?

-No, gracias –respondió secamente-. Voy a llevar los vasos a la cocina ¿Vas a querer más jugo, Kaito? –suspiró.

-No, no te molestes…

-Déjame llevarlos a mí, Rin, tu quédate aquí con Kaito-kun, seguro es mucho más interesante que lavar los platos –extendió la mano para quitarle el vaso pero ella tiró hacia atrás volcándose jugo encima.

-¡Mira lo que hiciste, Len! –dejó los vasos en la mesa y él los agarró.

-¿Yo? Fuiste tú sola…

Rin lo miró aún más enfadada.

-Voy a cambiarme, ya vuelvo –le dirigió una mirada llena de odio a su hermano y él se encogió de hombros.

Salió de la cocina y se sentó en el sillón con el control en las manos, pensando si encenderla o no.

-Escucha, Len-kun –Kaito se inclinó en la mesa para que él lo mirase. Len apenas levantó la vista con una ceja levantada-. Entiendo que quizás no nos llevemos muy bien, pero no me gusta poner a Rin en el medio ¿qué puedo hacer para que nos llevemos mejor? –Len lo miró a los ojos pensando la respuesta.

-Puedes dejar a mi hermana –respondió y encendió el televisor.

-Me temía esa respuesta –suspiró.

Rin bajó las escaleras lo más rápido que podía, se había cambiado el vestido por una pollera corta de jean y una remera con inscripciones de algodón bastante suelta. Len la miró incrédulo dos segundos y luego volvió al televisor, se había dado cuenta cómo el inútil de Kaito se detenía a mirar las piernas de su hermana y contuvo las ganas de golpearlo, pero rió al imaginarlo.

-Len, vamos a estar arriba –dijo Rin tomando la mano de Kaito y tirando de él hacia las escaleras. Len hizo un gesto con la mano saludando sin darse vuelta.

-Cómo quieras, Rin, haz lo que quieras –esbozó una media sonrisa- ¡Kaito-kun! Si quieres en el primer cajón de mi escritorio hay una caja de preser…

Rin lo golpeó en la cabeza.

-¡Ya es suficiente, Len! ¿Cuántos años tienes? ¿seis? ¡Parece que eres un niño!

-¿Cuál de los dos se comporta como uno? –la miró con una ceja levantada- ¿Cuál de los dos revisa la habitación del otro cuando se está bañando? ¿Encontraste algo interesante, Rin? –le sonrió maliciosamente. Ella se quedó con la boca abierta sin saber qué decirle. Al final sólo se dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras.

-¡Al menos yo no te espío ni te tomo fotos a escondidas! –le gritó y subió pisando con fuerza.

Len suspiró y tiró la almohada del sillón contra la pared. Apagó el televisor y terminó de levantar la mesa. Miró el reloj: las once menos cuarto. ¿A qué hora se iría ese idiota? Suspiró y terminó de pasar el trapo por la mesa. Decidió que lo más saludable sería acostarse temprano porque al día siguiente tenía entrenamiento a la mañana. Subió las escaleras en silencio, para llegar a la puerta de su habitación tenía que pasar por la de su hermana primero. Se detuvo unos segundos para escuchar.

-¡Sólo que no entiendo porque se comporta como un idiota!

-Tranquila, Rin, no estoy molesto ni nada de eso –Len no pudo escuchar lo siguiente que dijo su hermana-. No, es muy normal, Rin, los hermanos siempre se ponen celosos. Ya se le pasará, Rin…

-Hace 4 meses dijiste lo mismo.

-Bueno, quizás Len es muy persistente, es bastante…

-¿Molesto? ¡Seguro!

-No lo trates así, es tu hermano de todas formas, creo que es algo inseguro, Rin, por eso está tan celoso…

-¿Tú crees?

-Vamos, Rin ¿Cuándo me equivoco? Pero dejemos de preocuparnos de él ahora.

Len estaba realmente enojado, cerró la puerta de su habitación haciendo un ruido infernal. Se dejó caer en la cama y se cubrió el rostro con la mano bufando. Era un idiota, lo único que había logrado era hacer enojar de verdad a Rin. Se dedicó a contar las tablas de madera del techo, atento a los sonidos de la otra habitación. Silencio, tomó al osito que estaba tirado en el suelo y se lo quedó mirando.

-No me mires con esa cara, es culpa del imbécil de Kaito –lo tiró en la cama. Miró el reloj las once y cinco. Suspiró y tomó el lápiz de la mesa y el cuaderno-. Veamos… La princesa número uno en el mundo sé de corazón cómo tratarla –escribió-, ¿O no? –rió- Primero: creo darme cuenta cuando tu cabello luce diferente –se detuvo pensando- Segundo… -miró el reloj, sólo había pasado un minuto, siguió escribiendo- La princesa número uno en el mundo, siempre voy a estar a tu lado, así que sigue sonriendo para siempre –con el lápiz marcó un compás y volvió a escribir- Hey, princesa: Te amo –sonrió dispuesto a tachar el último verso pero se contuvo y siguió escribiendo- Yo… seré el único que… sostenga tu mano… Nunca olvidaré nada. Todos esos recuerdos que pasé con mi princesa, así que no me digas “¿lo recuerdas? ¿tú también lo recuerdas?” ¡Por supuesto! –se detuvo pensando cómo seguir, Kaito todavía no se iba y ya eran y media- Porque tú eres la princesa número uno del mundo siempre estaré cuidándote, así que sé como quieras ser –escribió unos versos más y concluyó- ciertamente mi princesa es la mejor de todas.

Se dispuso a corregirla cuando escuchó la puerta del cuarto de Rin abrirse, eran las doce y dos minutos. Len dejó el cuaderno al lado de la cama y se comenzó a desvestir para irse a dormir, al día siguiente tenía que estar muy despierto, se acercaba otro partido importante. Se puso el pijama y se estaba desatando el pelo cuando la puerta se abrió. Rin no lo vio con las luces apagadas y se dirigió a su cama. Con toda la guerra de esa tarde se había formado un bulto con un almohadón. Len se quedó mirando a su hermana que intentó “despertarlo” dándose cuenta que no era él. Rin se dio vuelta bruscamente al escucharlo reír.

-Me asustaste –susurró llevándose una mano al pecho, se había puesto un camisón blanco. Len se encogió de hombros y terminó de peinarse-. Len… Escúchame, siento lo de hoy…

-¿Kaito te recomendó que te disculparas? Ya sabes, para aumentar la seguridad en mí mismo –cruzó la habitación sin mirarla y se dejó caer en la cama.

-Len, ¿Cuánto más vas a seguir con esa actitud? –dijo molesta.

-Todo el tiempo que tenga ganas, Rin, buenas noches –giró dándole la espalda.

-Quiero que hablemos de esto, Len… -se sentó en la cama a su lado- ¿por qué no puedes darle una oportunidad?

-Rin, no empecemos, te lo suplico, mañana tengo que levantarme temprano –giró levemente para verla cruzarse de brazos.

-Puedo quedarme toda la noche si quieres. Estoy tratando de solucionarlo, Len, es algo que me hace mal…

-Entonces déjalo, es la mejor solución –Rin lo golpeó suavemente.

-Estoy hablando en serio, Len…

-Yo también –le sonrió con amargura.

-Len –suplicó-, sabes que lo amo, no voy a dejarlo porque tengo un hermano egoísta.

-Haz lo que quieras, Rin, es tu vida –volvió a girar. Ella suspiró.

-¿Es porque es Kaito? ¿Qué tienes contra él?

-¡Vamos, Rin! No quieres oírme hablar mal de él ¿Qué caso tiene?

-Quiero saber si es sólo porque estoy saliendo con Kaito –dijo molesta- ¿Qué pasaría si no fuera él? –Len volvió a mirarla frustrado- ¿Qué tal si yo saliera con Gakupo? Es amigo tuyo ¿Cierto? –él no respondió, Rin suspiró y recorrió con la vista la habitación a oscuras. Tomó el cuaderno del suelo. -¿Estabas escribiendo?

-Rin –se sentó de golpe en la cama y ella se paró-. Devuélveme el cuaderno, Rin –ella huyó de su alcance corriendo a la otra punta de la habitación- ¿Por qué? –comenzó a leer mientras Len se trataba de deshacer de las sabanas enroscadas en su pierna- La princesa número uno en el mundo sé de corazón cómo tratarla…

-Rin, devuélveme eso –Len le quitó el cuaderno con cierta brusquedad. Rin lo miró a los ojos apenada.

-¿Es una canción dedicada a esa chica? –suspiró, Len se sentó en la cama.

-No está dedicada a nadie en especial –le tendió el cuaderno al ver su rostro triste-, es sólo una letra que escribí en tan sólo una hora… No es muy buena, la verdad.

Rin tomó el cuaderno sonriendo y comenzó a leer. Len la observó reírse en algunas partes. Luego lo miró con una sonrisa más amplia que antes.

-Es muy buena, Len –rió-. En serio ¿A quién se la dedicaste? En algunas partes podría haber sido a mí –rió buscando en el cuaderno- Defectos a decir verdad son innumerables: nunca he tenido un día en el que no se queje, además ella nunca me escucha, ¿Sabes? –leyó- o En verdad no creo que seas egoísta pero… ¿No quieres ser amable conmigo aunque sea una vez?. Esos versos me hacen acordar a cosas que me dijiste en algún momento –rió. Len lo pensó por unos momentos.

-No está dedicada a nadie en especial, Rin, ve a dormir…

-No, espera ¡No terminamos de hablar! –Len se dejó caer en la cama- Dime sólo por qué no puedes darle una oportunidad a Kaito y me iré…

-No lo sé, Rin –dijo molesto-. Lo único que sé es que cuando pienso que ese idiota está a solas contigo, con mi hermana, me dan ganas de matarlo.

-¿¿Qué tiene Kaito de malo, Len?? Vuelvo a preguntarlo ¿Qué pasaría si no fuese Kaito?

-¡Vamos, Rin! ¿No lo viste hoy cuando bajabas las escaleras? Parecía que te iba a comer viva, es tan repugnante…

-¿Y si no fuera él? –repitió con voz cansina.

-Rin… No lo sé, eres mi hermana y pensar que cualquiera puede… No sé, me estremece la idea, no quiero que te lastimen, quiero que estés a salvo de cualquier idiota… No creo que sirva de algo decirte esto, Rin…

-Entonces, básicamente crees que cualquier otro que pretenda estar conmigo no es lo suficientemente bueno porque tú eres el único que me mantiene a salvo –lo miró extrañada.

-¡No! Rin, no –suspiró-. No es así, sólo que no creo que Kaito sea muy… no sé… te mira de forma tan… vulgar… Te mereces algo mejor, Rin, no me gusta aceptar que estás con alguien que te mira como si fueses no sé… -Rin se rió de sus palabras- ¿Qué?

-Pintas a Kaito como un pervertido…

-Lo es y tú eres demasiado… -Rin levantó una ceja- Demasiado pura para estar con él, Rin, sólo eso –ella estalló en carcajadas-. Vamos, eres la persona más inocente que conozco, eres muy dulce, buena, amable, la más tierna de todas las chicas del instituto –le sonrió-. La idea de que Kaito te tenga con él, se lleve este gran tesoro… -la señaló con la mano y se encogió de hombros- Realmente detesto la idea –suspiró.

Rin lo miró a los ojos sorprendida y luego rió.

-Eso significa que no importa quién sea nunca vas a estar de acuerdo –le sonrió.

-Quizás –le devolvió la sonrisa.

-¿Cuándo vas a superarlo? –se sentó a su lado en la cama. Él entrecerró los ojos pensando.

-Tal vez cuan ya estés casada y tengas hijos… -Ella lo codeó.

-¿Irías a mi casamiento? –inquirió de forma traviesa.

-Sólo para arruinarlo –la despeinó riendo. Rin se acostó sobre él, abrazándolo y le sonrió.

-Siempre vas a ser mi hermano, pase lo que pase, te voy a elegir sobre todos los demás, te amo más que a todos, pero no me hagas elegir ¿sí? –suplicó con la mirada. Len acarició su mejilla sonriendo.

-Está bien –aceptó deslizando la mano desde la mejilla de su hermana hacia su cabello. Ella lo miró a los ojos algo extrañada y tomó su mano entre las suyas entrelazando los dedos. Muy a su pesar, a ella se le escapó un bostezo y Len suspiró soltando la mano que tenía su hermana-. Hora de irse a dormir, Rin…

-¡Espera, Len! Por favor, por favor déjame dormir aquí hoy –suplicó con la mirada.

-Rin, no creo que… -ella se acomodó entre él y la pared y se tapó con la frazada hasta la nariz.

-Por favor, Len –pidió con voz suave y él puso los ojos en blanco.

-Está bien –accedió y ella lo besó en la mejilla.

-Tengo al mejor hermano del mundo –sonrió mientras él le pasaba el almohadón y agarraba otro que estaba en el suelo. Rin volvió a tomar su mano cuando Len cerró los ojos. Él sólo rió pero entrelazó sus dedos con los de ella -. Hey, Len… No te voy a preguntar más quién es la chica de la que estás enamorado si no quieres pero no creo que debas olvidarte lo que sientes por ella, yo creo que puedes conquistar a cualquier chica –él volvió a reír sin despegar los ojos-. Dime ¿Es linda? –él abrió los ojos y la miró pensando.

-Sí –susurró mirándola a los ojos-. La más linda de todo el mundo…

-¡Hey! ¡Creí que esa era yo! –rió y lo miró a los ojos- ¿Es buena cocinera?

-No mucho –volvió a cerrar los ojos-, basta, Rin, es hora de dormir –le pellizcó suavemente la nariz.

- Última pregunta –Len puso los ojos en blanco y suspiró- ¿si tuvieras la oportunidad te declararías? –Len lo pensó detenidamente.

-No –le sonrió-. Ahora duerme, no me hagas echarte a tu habitación –besó su frente-. Buenas noches, princesa.

-Buenas noches, Len –le sonrió.


La canción que "escribe" Len en esta parte es World is mine, Len's side

15 de septiembre de 2011

Our Solemn Hour

Sanctus Espiritus, redeem us from our solemn hour
Sanctus Espiritus, insanity is all around us
Sanctus Espiritus!

In my darkest hours I could not foresee
That the tide could turn so fast to this degree
Can't believe my eyes, how can you be so blind?
Is the heart of stone, no empathy inside?
Time keeps on slipping away and we haven't learned
So in the end now what have we gained?

Sanctus Espiritus, redeem us from our solemn hour
Sanctus Espiritus, insanity is all around us
Sanctus Espiritus, is this what we deserve, can we break free
From chains of never-ending agony?

Are they themselves to blame, the misery, the pain?
Didn't we let go, allowed it, let it grow?
If we can't restrain the beast which dwells inside
It will find it's way somehow, somewhere in time
Will we remember all of the suffering
'Cause if we fail it will be in vain

Sanctus Espiritus, redeem us from our solemn hour
Sanctus Espiritus, insanity is all around us
Sanctus Espiritus, is this what we deserve, can we break free
From chains of never-ending agony?

Sanctus Espiritus...

Sanctus Espiritus, redeem us from our solemn hour
Sanctus Espiritus, insanity is all around us
Sanctus Espiritus, is this what we deserve, can we break free
From chains of never-ending agony?

Sanctus Espiritus, redeem us from our solemn hour
Sanctus Espiritus, insanity is all around us
Sanctus Espiritus, is this what we deserve, can we break free
From chains of never-ending agony?



By: Within Temptation

13 de septiembre de 2011

Shiver

Amo esta canción con todo mi ser

Tatoe owaru koto no nai kanashimi ga anata ubatemo
hanarete yuku kokoro nado koko ni wa nai to ite

kake wo to senaka ni toikakeru asu ga donna katachi demo
yuruga nakata na omou shinjiru koto wo wasureteku nagata kara
me wo surasu kuse mo aimaina taido mo waraeru uso wo
tonari ni inakereba ima sa nijin de yuku

tatoe owaru koto no nai kanashimi ga anata ubatemo
hanarete yuku kokoro nado koko ni wa nai to ite

tooi sugita kono kyori wo ureru kotoba ga mitsukaranai
saseru kisetsu no naka de oitsuke nakunaru koto mo shiteta yo

omoidasu yori mo wasurerarenai hibi to ieta kara
mou kore ijou ga wa nakutemo uketomereru

douka modoru koto no nai toki ni namida wo nakasanaide
wasurete yuku kokoro nado koko ni wa nai to itekureru koto

ushinai dashite futari no asu ni anata ga naiteru
yatto miretta sugao ni wa mou furerarenai

tatoe owaru koto no nai kanashimi ga anata ubatemo
wasurenaide sayonara ga uso to omoeta hibi o
hitori kiri de mita sora mo surechigau naka de mita yume mo
ano hi no mama nani mo kawarazu anata no naka de ima mo zutto

Español:
Aún si una tristeza interminable termina robándote
Dime que tú corazón no se separará de mi.

Me pregunto mirando tu espalda mientras te vas ¿qué forma tendrá el mañana?
No quería olvidar la creencia de que nada podría hacerme temblar
El hábito de voltear tus ojos, tus respuestas ambiguas y mentiras sin gracia
si no puedo estar junto a ellas, entonces aun el significado se disuelve

Aún si una tristeza interminable termina robándote
Dime que tú corazón no se separará de mi.

No encuentro las palabras para describir esta distancia entre nosotros que ha
crecido demasiado
en el cambio de temporadas, me di cuenta que tu no podías alcanzarme
podríamos decir que más que recordar esos días, no pueden ser olvidadas
Aún si no hay nada más, puedo soportarlo.

Por favor no derrames tus lágrimas por días a los que no puedes regresar
y di por mi que tu corazón no me olvidará

Lloras por el mañana que ambos sabemos que perdimos
Al final, nunca más podré tocar tu rostro sincero

Aún si una tristeza interminable termina robándote
no olvides los días en que pensábamos que decir "adiós" era una
mentira

El cielo que mirabas por tu cuenta y los sueños que teníamos cada uno
al igual que en aquellos días, nada de eso ha cambiado
Están dentro de ti ahora y siempre...


By: The Gazette

12 de septiembre de 2011

Adolescence Rin x Len, Parte 2



-Grabación perfecta –sonrió Len levantando el dedo pulgar-. Sólo tengo que hacerle un par de arreglos más –le sonrió y acarició su mejilla-, me encanta tu voz.

Rin sonrió y dejó el cuaderno en el escritorio.

-Me voy a bañar, Len –sonrió alegremente-. También cantas muy bien…

-¡Estoy en casa! –se escuchó desde el primer piso.

-¡Bienvenida! –dijeron al unísono los hermanos.

Rin se apoyó en el marco de la puerta esperando que su madre terminara de subir las escaleras. Tenía varias bolsas en las manos y se la veía realmente cansada. Tenía el cabello castaño cortado a la altura de la nuca y llevaba puesto un traje rojo. Rin se acercó para ayudarla con las bolsas.

-Hola, corazón –besó la frente de su hija- ¡Len, ven a ayudarnos un momento!

Él salió de su habitación un poco molesto pero tomó todas las bolsas que Rin le dejó tomar. Las llevaron al cuarto de su madre al final del pasillo. Ella se desplomó en su cama de dos plazas y se quitó los zapatos de taco alto suspirando.

-Al fin en casa –se incorporó en la cama-. Esa bolsa es para ti, Rin y esa otra para ti, Len –sonrió-. Me pasé por el centro comercial hoy, espero que les gusten, es sólo ropa –se quitó el saco y se lo dio a Rin que lo colgó en el armario-. Escúchenme un momento, por favor –dijo antes de que ambos salieran de la habitación para que su madre se cambiara- . Esta noche tengo una reunión de la oficina ¿Len, te encargas de la cena, cariño? –Él se encogió de hombros sonriendo.

-No hay problema, iba a hacerlo de todas formas –miró a Rin que tenía el ceño fruncido- ¿Te molesta? –inquirió extrañado.

-No es eso –dijo molesta y miró a su madre que estaba quitándose los anteojos-. Má, te lo había dicho esta mañana ¿Recuerdas? –resopló- Esta noche Kaito viene a cenar y…

-¿¿Qué?? –Len tomó el brazo de su hermana- ¿Por qué no me lo dijiste? –ella suspiró.

-Porque no encontré la mejor forma de hacerlo –su hermano frunció el ceño- ¡Vamos, Len! ¡Sabía que ibas a empezar una escena!

-¡¿Por qué crees que voy a hacer una escena porque tu noviecito viene a cenar a casa?! –resopló- ¡Lo único que debes hacer es decir “el inútil de Kaito viene hoy ¿tienes algún problema, Len?”!

-¡Porque es exactamente lo que estás haciendo en este momento!

-¡Esto no se trata de que el venga o no! –su hermana levantó una ceja- ¡Claro que no! ¡Es porque me lo ocultaste toda la tarde! ¡No íbamos a ocultarnos nada ¿Cierto?! –se cruzó de brazos.

-¡“Todos tienen derecho al menos a tener un secreto”! ¡¿No es así?! –pateó el suelo.

Len la miró realmente molesto, desafiándola con la mirada.

-Chicos… Chicos –Su madre se llevó una mano a la sien-. Tuve un día realmente difícil, lo único que me falta es llegar y escucharlos discutir. Seriamente me duele la cabeza, pido tregua ¿quieren? –ambos la miraron a ella y luego entre ellos, no aflojaron su postura pero tampoco siguieron discutiendo. Ella suspiró- Discúlpame, querida, con todo lo que estuve haciendo hoy me olvidé que me lo dijiste…

-No es justo, má, mañana vamos a cumplir 5 meses ¡y tú lo viste una sola vez!

-Lo siento, Rin, voy a tratar de llegar temprano para estar un rato con ustedes –suspiró al ver los rostros incrédulos de sus hijos- ¡Y llegaré sobria, lo prometo!

Rin la miró con una ceja levantada, suspiró y relajó sus brazos.

-Es lo más que puedo pedirte.

-Creo que no estás esperando que yo cocine esta noche ¿cierto? –miró Len a su hermana apoyándose en el marco de la puerta.

-No te daré la oportunidad de envenenarlo –resopló y salió de la habitación seguida por su hermano.

-¿Y? ¿A qué hora vendrá el convidado? –preguntó con falsa amabilidad haciendo zapping en la tele.

-A las ocho ¿alguna otra pregunta, Len? –dijo con voz acaramelada mientras revolvía una olla en la cocina. Él la ignoró y ella suspiró- Ayúdame un segundo, Len –él levantó la mirada, estaba apoyada en el pasaplatos con una cuchara y el pote de sal- ¿Cuánto tengo que ponerle? –él le dedico una mirada divertida y se levantó del sillón.

-¿Sabes qué? Lo olvidé –se encogió de hombros-. Tú eres la chef esta noche, sorpréndenos… -se dirigió a las escaleras.

-¡¿Sabes qué?! –la voz de su hermana sonaba nerviosa- ¡Eres un mal hermano!

-¡Como sea! ¡No te oí! –resopló subiendo- ¡Voy a bañarme!

-De acuerdo, cariño, ya te dejo el baño –respondió su madre saliendo con una toalla.

Rin esperó hasta escuchar que la puerta del baño se cerraba de un golpe. Bajó el fuego al mínimo, tenía tiempo hasta que el agua hirviera. Sigilosamente subió las escaleras cuidándose de que su madre no la viese, ella estaba cambiándose con la puerta de su habitación cerrada. Cruzó el pasillo en puntas de pie y entró en el cuarto de Len cerrando la puerta detrás suyo con mucho cuidado. Encendió la luz y recorrió la habitación con la vista. La conocía de memoria porque pasaba allí la mayoría del tiempo. Las paredes eran color crema con finas líneas grises. La cama a la derecha tenía el mismo juego de sabanas amarillas que la suya, desarmada por la guerra de esa tarde. Allí estaba el osito violeta que había sido de ambos cuando eran chicos. En la pared frente a la puerta estaba una ventana cerrada con las persianas y el escritorio con la computadora, al lado la biblioteca llena de libros y CD’s. La pared de la izquierda la ocupaba por completo el armario de madera. Rin se dirigió a él y abrió las puertas: el espejo de cuerpo entero, lleno de fotos a los costados. Observó detenidamente cada una: Una de principio del año escolar con todos sus compañeros de clase, ellos dos el invierno pasado comprando los regalos de navidad, otra cuando estaban en esas máquinas de fotos, una de cuando eran pequeños tratando de hacer un corazón con las manos, otra en su primer día de clases, ella sonriéndole, ambos disfrazados de gatos, una de sus padres. Rin se detuvo en la última, el último cumpleaños con Lily –su prima. Nada que delatara al amor secreto de su hermano, suspiró y se sorprendió al ver un papel doblado, lo tomó.

-“Len es el mejor hermano del mundo” –rió al reconocer la nota, no podía creer que todavía la guardara, ella se la había dado cuando habían aprendido a escribir. Suspiró.

Abrió os cajones, nada que ella no conociera… Ropa, zapatos, cuadernos… Abrió uno a uno, cuidándose de no perder ninguna hoja suelta: canciones, acordes, algunos dibujos sueltos, encontró una foto de ellos con Miku un día en el zoológico pero nada más. Cerró esa sección del armario y abrió la siguiente. En la puerta había pinturas suyas, ella revisó detrás de cada una… nada, en los estantes, entre la ropa… Nada. En su bolso de tenis… tampoco, sólo un papel arrugado con un número de celular, Rin se lo guardó en el bolsillo, averiguaría de quién era luego. Cerró el armario convencida de que allí no encontraría nada. Debajo de la cama había 3 cajones donde no obtuvo nada. En la mochila del colegio solo había cuadernos y dentro de su cartuchera sólo había un papel que decía “ya viste lo que te presté?”, Rin suspiró. Miró el escritorio: el celular. Volvió a chequear que la puerta estuviera cerrada y buscó en sus contactos: conocía a la mayoría. En las fotos no encontró gran cosa, gente conocida, ella… La sorprendió una foto de ella con Kaito en el parque del colegio.

-La sacaste desde el segundo piso –suspiró- ¡tramposo! –susurró.

-Len, corazón ¿Viste mi…? –Su madre entró en la habitación y se la quedó mirando, ella dejó el celular rápidamente en el escritorio- ¿Rin? ¿Qué haces aquí?

-Shh –suplicó con un dedo en los labios, se dirigió a la puerta-. Nada –se encogió de hombros-, sólo buscaba algo que Len me quitó…

Su madre elevó una ceja incrédula y ella volvió a encogerse de hombros saliendo.

-Si no me crees… -suspiró y comenzó a bajar las escaleras- Tengo que terminar la cena…

-Como quieras ¿Viste mi colgante? El que tiene una piedra roja…

-Está en la mesa del living…

-Gracias, amor –dijo bajando corriendo las escaleras-. Llego tarde…

Len salía del baño con una tolla envuelta en la cintura y el pelo mojado cayendo a los costados. Rin lo miró algo molesta por no haber podido encontrar nada que lo delate pero luego comenzó a reír.

-¿Qué? –preguntó extrañado. Ella se acercó y tomó el colgante de su hermano con la clave de fa.

-Volviste a bañarte con esto puesto ¡Se va a oxidar si lo sigues mojando! –rió y él golpeó su frente.

-Lo siento, siempre me olvido que lo llevo puesto –le sonrió.

Ambos se habían regalado esos colgantes cuando tenían 8 años. El de ella con la clave de sol y el de él con la de fa.

-Vamos –lo apuró palmeando su espalda-, te vas a enfermar si no te cambias rápido.

Él le devolvió la sonrisa y se metió en su cuarto mientras ella bajaba a la cocina.

Neko