#10: “El sueño quebrado de la costurera”
Ella no lo estaba buscando.
Había salido más temprano de la sastrería en la que
trabajaba. La dueña, una anciana que la conocía desde hacía muchos años y sabía
de su embarazo complicado, le había permitido irse a casa a descansar.
Sabía que su esposo no estaría en casa, siempre
llegaba tarde por quedarse tocando su violín lejos de ella. Él prefería tocar
melodías melancólicas y tristes a la calidez del hogar que ella tanto se
esforzaba en formar. No lo culpaba, no, no era su culpa, nada lo era. Ella lo
había obligado a vivir junto a ella, a casarse e incluso le había pedido que la
amara. Él era demasiado bueno con su triste persona, siempre se esforzaba por
darle lo que quería. Se obligaba a sí mismo a hacerlo por ella que no lo
merecía, no después de lo que le había hecho.
Quería verlo sonreír de nuevo, era su más grande
deseo. Aún recordaba cómo se iluminaba su rostro cuando lo hacía, sus ojos
verdes resplandecían llenos de vida cuando tocaba alegremente su violín. Se
seguiría esforzando al máximo para que volviese a ser feliz, no cometería más
errores, sabía que si dejaba su vida en ello lo lograría, incluso cuando él
seguía atado al pasado.
No lo
estaba buscando cuando fue a dar un paseo por los parques a sentir la brisa y
se internó en los bosques. Escuchó una risa joven y clara. Se acercó rodeando
los árboles hacia aquel sonido que le recordaba tanto a cuando ellos era niños.
Pero la sonrisa se borró de su rostro al verlo. Allí sentado bajo el único
árbol de sakuras florecidas estaba Len junto a una chica de cabello rubio oro,
él le enseñaba a tocar el violín que ella sostenía. Len sonreía, sonreía
después de tantos años y le sonreía a otra mujer. Se detuvo en seco ante tal
escena ¿por qué no le sonreía a ella si era capaz de hacerlo? ¿Qué le faltaba?
¿Qué era lo que no hacía por él? Sus ojos se llenaron de lágrimas.
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