-Len, recuerda por favor comportarte esta noche… Si llegas a decir algo sobre…-susurraba ella vestida de su hermano.
-¿Cómo voy a fallar en esto, Rin? Jamás nos han descubierto, no va a haber una excepción hoy… -estaban sentados a la mesa frente a sus padres.
-Hablar en secreto en la mesa es de mala educación-dictaminó la institutriz plasmando una mano en la mesa para llamar su atención.
-Madame, no sea tan estricta…-comentó con voz dulce su madre.
-Caroll, sabes que ella tiene razón, no puedes saber qué están planeando estos dos demonios…-rió su padre.
-¡Padre! –se quejó Len acomodando grácilmente la servilleta sobre la mesa-Ya no somos niños, no hacemos travesuras de ningún tipo, Len me estaba contando de su avance en la equitación-reprochó ofendido.
-Creo que estar faltando tanto a sus clases de etiqueta para seguir con esa afición suya, señorito Len, no lo formarán como un hombre derecho-comentó molesta la institutriz.
-Es suficiente, Madame, Len está en todo su derecho de practicar ese deporte que se le da tan bien. Es un orgullo que pueda llegar a competir a su edad, además ya podrá retomar las clases cuando acabe la temporada, déjalo disfrutar un poco… -la institutriz no muy convencida suspiró- Bien, quiero que esta noche se comporten como los hijos ejemplares que son. Rin, quiero comentarte que hoy vendrá a casa el compañero de negocios con el que estoy trabajando ¿Recuerdas que lo he mencionado? –Len asintió simulando no comprender- He hablado con tu madre y consideramos que debes evaluar la posibilidad de que este hombre en el que tanto confío y conozco trae buenas intenciones sea tu prometido. Posee terrenos en Italia y es un comerciante de los que ya no hay, su riqueza es incalculable y sus maneras y modales ejemplares, además de ser joven…
-¡Padre, no voy a permitir esto! –Rin se levantó de la mesa con el ceño fruncido- ¿Cómo se te ocurre la sola idea de casar a Rin por conveniencia? ¡No voy a permitir que se case sin sentir nada por la otra persona! ¡Ni siquiera se conocen!
-¡Len, deja hablar a tu padre!-lo reprendió su madre y el hombre esperó paciente a que todos se sentaran.
-Len, no estoy casando a tu hermana-comentó serio-Simplemente le estoy hablando de sus posibilidades. El Sr. Bellamy es un hombre de mi entera confianza, me gustaría verlo casado con mi hija, no estoy casándola por dinero…
-Aunque, Rin, debes saber lo conveniente que…
-Caroll-la hizo callar con decir su nombre.
-Rin, no vas a casarte con él sólo por eso-observó a su hermano falsamente molesto.
-Len… Ya discutimos esto…-desvió la mirada al suelo- Déjame decidir sobre mí misma…
-¡Pero, Rin...!
-¡Señor Len! –lo llamaron desde la puerta- Han venido por usted.
-Vamos, Len, no los hagas esperar-apremió la institutriz. Rin se levantó de la mesa guiñándole secretamente un ojo a su hermano y se despidió saliendo del comedor.
-Bien, señorita Rin, usted vaya a alistarse para hacer las compras al mercado, necesita guantes nuevos para esta noche y por la tarde tendrá su clase de danza con la Profesora Reinalds-el chico asintió haciendo una reverencia para saludar a sus padres antes de subir a su habitación para prepararse.
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